sábado, 24 de diciembre de 2011

El valor de servir

Cuando vi la película Criadas y señoras (The Help) por mi cumpleaños, me hizo reflexionar sobre el acto de servir. Me pareció que son más humanos quienes sirven, pues van contra sus instintos, contra su ego. Los que sirven quedan detrás de la escena, la presencian como observadores pasivos: ver, oír, callar. Son criados, mayordomos, chóferes, limpiabotas...

Servir es un arte, un trabajo duro que requiere humildad, un gran corazón, dejarse a uno/a mismo/a para el final... Siempre he admirado el trabajo de los camareros tras una barra atestada en un bar: te saludan cuando entras, recuerdan lo que tomas al segundo día, un solo camarero tiene atendidas a unas veinte personas, te cobran en cuanto pides la cuenta. Trabajan a una velocidad impresionante, con bastante buen humor, energía, vitalidad. Lo veo como la excelencia en el servir.

Poco después tuve la oportunidad de volver a ver Lo que queda del día, con Anthony Hopkins. En un momento dado, el mayordomo reflexiona: “un hombre no puede darse por satisfecho hasta haber hecho todo lo necesario para satisfacer a su patrón”. Y creo recordar que lo dice cuando su propio padre fallece durante la película y él no está a su lado, al pie de su cama, sino que está sirviendo a su patrón.

Quizá hay una diferencia importante, un matiz, entre las criadas de la película y los camareros o este mayordomo: la libre voluntad. El trato que se daba a las “criadas” era cercano al trato a un esclavo. Era como decir: “tú me perteneces. Tu voluntad me pertenece”.

En el caso de Anthony Hopkins, él libremente entrega su voluntad al patrón. A partir de ahí, comienza una relación similar: “tú me perteneces. Tu voluntad me pertenece”, o también “tú y yo somos distintos; tú eres inferior”, pero en la que ambos parecen estar de acuerdo. El que sirve por voluntad propia dice: “yo me pongo por detrás de ti, me pongo en último lugar”. En el caso de Criadas y señoras, las criadas se ven obligadas a ponerse en último lugar: no estaban con sus propios hijos y además, cuidaban los hijos de los otros.

Admiro a quien sabe servir, porque no se puede servir con agrado si no nace de dentro. Igual que no se puede obligar a alguien a ser espontáneo, ponerse en el último lugar y por detrás de otra persona a la que se sirve es un arte, o es aprendido a base de golpes.

Detesto la actitud de algunos “jefes” hacia sus “subordinados”, que siguen las mismas premisas de este cántico tan humano como inhumano: “tú y yo somos distintos; tú eres inferior”. Afortunadamente, cada vez se extiende más la figura del directivo-coach, que busca colaboradores, no sirvientes.

Por todo esto, pienso que el valor del que sirve está muy por encima del servido, por eso me parece que el que sirve tiene cualidades más humanas.

Alrededor del servicio, por último, se me ocurren diversas expresiones en que la palabra aparece: servicio al cliente, actitud de servicio, servicio técnico, servicio post-venta... En todas estas actividades subconscientemente esperamos que la voluntad del que sirve se plegue a la nuestra, y no tiene por qué ser así.

Por ejemplo, en La vida secreta de las palabras, la enfermera sirve al quemado, le sirve correctamente y le trata con una delicadeza exquisita, pero su voluntad no se somete a la del enfermo. En la enfermera se puede distinguir claramente dónde termina su vocación de ayuda y dónde comienza su persona privada, que no está al servicio del enfermo y que es libre.

Respetemos al que sirve, sea por necesidad o por voluntad propia.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Errata gorda, que no rata gorda...



Queridos y queridas lectores y lectoras,



Algunos ya habéis detectado una errata en el libro Estar Mejor Que Bien, en la página 95. Gracias por comentármelo.



Aunque si lo pensáis bien, más que una errata es una especie de lapsus linguae o de traición de mi subconsciente...



En cualquier caso, ¿no parece más bien un chiste?



Premio al que encuentre la siguiente.


PD: lo que pone en la página 4 arriba no es una errata :-)

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Talento, creatividad y éxito: cómo ahuyentarlos de tu empresa

Día llegará en que se reconozca generalmente la posibilidad de trabajar más y mejor en menos tiempo. El trabajo sin el esparcimiento agota. Nuestra natural propensión al esparcimiento nos enseña que no debemos negarle su parte en la vida.

El cerebro que está ocupado sin cesar en una misma tarea no funciona tan vigorosamente como cuando descansa o varía de ocupación. El ser humano que trabaja de continuo sin esparcir jamás el ánimo, invalida su aptitud para la felicidad.

No ha de ser el ser humano tan esclavo del trabajo que agote sus fuerzas en procurarse un modo de vivir sin atender el perfeccionamiento de su carácter.


Esto escribió Orison Swett Marden alrededor de 1900 (hace más de un siglo). Y no podemos decir que se tratara de un hombre vago que buscaba escurrir el bulto y hacer la menor cantidad de tareas posibles. Al contrario, con unos orígenes bastante humildes Marden llegó a ser un gran empresario que construyó varios hoteles en EE. UU., no sin dejar de escribir incansablemente muchas obras similares a La alegría de vivir, que es de donde hemos extraído estas citas, obras para ayudar a las personas como tú y como yo a tener éxito y ver lo bonito de la vida. Se dice que Orison Swett Marden es el precursor de obras como Poder sin límites y El Secreto.

Podemos decir que Marden tenía talento y creatividad, y que tenía un éxito probado en los negocios. Es decir, la persona que afirmaba que se puede trabajar más en menos tiempo y que se necesita tiempo libre y descansos para el cerebro, fue capaz, con estas creencias, de desarrollar su talento, creatividad y éxito. Es más, yo diría que gracias a sus creencias que arriba recogemos, tuvo Marden este éxito.

Esto me recuerda a un libro que me influyó bastante en mi época de consultora de formación, Love’em or lose’em (Ámales o piérdeles). Es un libro en que se describe cómo retener el talento en una compañía, y cómo impulsar la creatividad para lograr el éxito.

En el mundo en que vivimos y en la situación en que estamos ahora, destacaré las razones económicas de por qué es interesante retener el talento. Las autoras del libro, Beverly Kaye y Sharon Jordan Evans, nos dan el siguiente ejemplo:

Un ingeniero con talento y creatividad pide un aumento del 15% del sueldo (digamos 15.000 $), y su jefe se lo niega. Este profesional encuentra otro trabajo en que le pagan un 30% más. ¿Qué proceso se desencadena después?



  • Se contrata a un cazatalentos al que se le pagan 40.000 $ para que busque a quien pueda reemplazar a nuestro ingeniero


  • Se encuentra a cinco candidatos cuyas entrevistas nos cuestan 5.000 $


  • Se selecciona al nuevo profesional, pagándole un bonus de 10.000 $, y él negocia el salario en un 25% por encima del anterior ingeniero


  • Nos enteramos de que el anterior ingeniero está obteniendo negocio para la empresa de la competencia de varios millones de euros


  • Los compañeros del que se ha marchado empiezan a irse también a la nueva empresa.


Este ejemplo puede parecer exagerado pero está basado en datos reales. Los directivos no suelen saber cuánto puede costarles perder a alguien de valor, porque nunca calculan esos costes.
Por otro lado, en el artículo de Alan M. Webber cuyo nombre dice todo “Peligro, compañía tóxica”, nos dicen que “No es verdad que la lealtad haya muerto. El problema reside en que muchas empresas reciben de su gente la respuesta que se merecen”. Vamos a destacar también los datos económicos, dado que algunos directivos solo son sensibles a los números:





Un estudiante de mi clase le preguntó a Russo por qué SAS hacía tantas cosas
para su gente.
“Tenemos alrededor de 5.000 empleados. El año pasado, nuestro
índice de rotación fue del 3 por ciento. ¿Cuál es el promedio de la industria?”,
preguntó Russo, a su vez. Alguien sugirió el 20 por ciento. Aunque le pareció
bajo, decidió usar ese porcentaje para su demostración: “La diferencia entre el
20 por ciento y el 3 por ciento es de 17 por ciento. El 17 por ciento de 5.000
personas representa un total de 850. ¿Cuánto cuesta la rotación por persona en
términos de sueldos?”. Los estudiantes estimaron el costo como equivalente al
salario de un año, sobre la base de un sueldo promedio de 60.000 $. Aunque Russo
volvió a considerar bajas ambas cifras, las empleó para seguir adelante con su
ejemplo: “Multipliquen 60.000 $ por 850 personas — dijo— ; eso es más de 50
millones de dólares de ahorro. Así es como la empresa paga el gimnasio, la
atención médica en el lugar de trabajo y el resto de los detalles pensados en
función de la gente”. De manera que si SAS puede ahorrar 50 millones de dólares
al año en menores costos de rotación, estamos hablando de ventajas financieras
reales.


Seguiremos hablando de estos temas; nos parece crucial en los tiempos que corren.







sábado, 19 de noviembre de 2011

6 buenas razones para estar mejor que bien





¿Qué es Estar Mejor que Bien?

Es un ensayo sobre la felicidad y cómo conseguirla. Libro de recetas para encontrarnos no solo bien, sino «mejor que bien». Ofrece una serie de recursos totalmente prácticos para el desarrollo personal.


1. ¿Cuál es su objetivo?

El objetivo es ayudar a la persona que lo lea a SER FELIZ, a reírse, a cambiar de paradigma, a ver las cosas de otra forma, a coger las riendas de su vida, a no dejarse caer en el estrés, en la depresión, en la desesperación.

2. ¿A quién va dirigido?

Estar Mejor Que Bien está dirigido a personas como tú, razonablemente satisfechas con su vida, que valoran su felicidad, y que quieren mimarla y cuidarla, porque la felicidad es buena no solo para nosotros mismos/as, sino también para aquellos que nos rodean.

Es un libro perfecto para regalar.

Cualquier asociación dedicada al desarrollo personal, así como los psicólogos, profesionales de RR.HH. y coaches pueden recomendar este libro. También asociaciones de mujeres, pues suelen ser temas de nuestro interés.

Ya está a la venta en formato papel y electrónico aquí.

3. ¿Qué es lo más especial de este libro?

Se trata de un libro «circular», el lector puede elegir leerlo secuencialmente o puede jugar y elegir su propia aventura de desarrollo personal.

4. ¿Qué historia hay detrás?

La obra Estar Mejor Que Bien comenzó hace cinco años como una serie de apuntes tomados de uno de los libros más importantes en la literatura empresarial. Un problema de salud que parecía puntual, pero que ha resultado ser crónico, hizo que buscara lecturas de motivación, positivismo y proactividad.

Un libro llevó a otro, y a otro, todos empezaron a conectarse entre sí, y observé que podía sacarse un extracto interesante de todos ellos, que fuese de ayuda, práctico, dirigido a los diferentes estilos de aprendizaje que se dan. En vez de tener que leer los al menos veinte libros con los que trabajé estos temas, el lector de Estar Mejor Que Bien solo tiene que aprovechar su jugo, como un zumo de sabiduría de grandes autores.

Al mismo tiempo, las nuevas realidades que surgen de tener una enfermedad crónica con treinta y tantos años, pienso que ayudan a ver con más perspectiva y serenidad la vida, y a saber qué es lo realmente importante. Espero haber destilado también algo de este aprendizaje en el ensayo.

5. ¿Qué piensan sus primeros lectores?

Su primera lectora, una directora de recursos humanos con amplia experiencia en la formación, y buena amiga mía, me comentó que Estar Mejor Que Bien es «de lectura muy ligera y aporta herramientas reales para conseguir estar “mejor que bien”»

6. Entonces, ¿estás mejor que bien?

Te invito a conocer el mundo de Estar Mejor Que Bien. El título pretende decir esto con una expresión alegre y desenfadada: no se trata solo de estar bien, sino de estar incluso mejor. Y no a toda costa, sino con prácticas fáciles de hacer y aplicables en el día a día.
Ahora puedes conseguir tanto en formato papel como digital el libro Estar Mejor Que Bien (EMQB) aquí.







martes, 15 de noviembre de 2011

Algo muy gordo debe de estar pasando...




No me ha hecho falta una crisis para darme cuenta de que mi perra Kira vive mejor que yo.
Pero no es que mi perra viva mejor que yo, es que las mascotas de todos nosotros viven a cuerpo de rey, mientras que nosotros/as salimos cada día para traer el pan a casa…
¿Qué está pasando?

Parecía que, con la invención de los ordenadores, íbamos a empezar a tener una vida mejor. Antes, el sueldo solía provenir del cabeza de familia, y esta única persona mantenía a toda su familia. Entonces todo cuadraba. Posteriormente, el milagro: se inventan máquinas que trabajen por nosotros y “podremos ver a papá”.

Imaginábamos un futuro de robots en casa que te saludaban, al tiempo que, cuando te dabas la vuelta para ir a tu cuarto, te daba cierta aprensión, por si podían saltarse las tres reglas que les impuso Asimov.

¿Quién se imaginaba que los sueldos se iban a dividir por dos y que iba a hacer falta que dos personas de cada hogar, como mínimo, trabajasen para mantener a una familia de menos miembros? ¿Y quién se imaginaba que estos robots en realidad son ordenadores de los que hemos acabado siendo esclavos?

Pues a mí esta situación, gustarme me gusta poco, pero a mi perra Kira le encanta. Sí, ella me ve salir por las mañanas, y dice para sus adentros: “¡qué bien! Mamá se va al curro para mantenernos”. Luego se pasa durmiendo la mayor parte de la mañana, y a veces se pasea y se estira un poco. Cuando me ve, quiere salir a pasear. Yo la paseo por la mañana y por la noche, la doy de comer por la mañana y por la noche, la mantengo, le hago compañía. Cierto es que el perro es el mejor amigo del hombre, en este caso de la mujer, pero claro, no me extraña: tiene a su disposición a unos esclavos que, cuando terminan su jornada de esclavitud hacia el ordenador, comienzan su jornada de esclavitud hacia ellos.

Y yo repito: algo muy gordo debe de estar pasando para que las mascotas tengan una calidad de vida muy superior a sus dueños. Al margen de las primas de riesgo, y de su cuñado, algo muy gordo pasa en este “primer mundo occidental”. Y algo que no se arregla fácilmente…

lunes, 3 de octubre de 2011

Bienvenido/a la tierra. Tu misión: ser feliz




¿Qué te hace sentir vivo o viva?

Mucha gente me dice: ah, no, yo nunca he tenido vocación de nada. O te dice: yo quería ser bombero o astronauta, como todos los niños. Y yo les pregunto: ¿qué te entusiasma hacer? ¿Qué actividad hay que cuando la haces te desentiendes del paso del tiempo, del mundo que te rodea? ¿Qué te hace sentir vivo o viva? Antes de todo el oleaje de confusión con los estudios y las carreras profesionales, ¿a qué te gustaba dedicar la mayor parte de tu tiempo?

¿Cuánto tiempo le dedicas a esa actividad?

De aquí suelen salir actividades que parecen aficiones, pero a continuación me dicen: ya, pero es que de eso no se puede vivir. Vale, de acuerdo, ¿cuántas horas le dedicas al día, a la semana, al mes a esa actividad que te ilumina la cara con solo mencionarla? ¿Ninguna? Quizá de eso no se pueda vivir, o quizá no lo hayas probado lo suficiente. Lo que sí está claro es que sin eso se puede subsistir en una permanente frustración y sensación de fracaso, incluso si tu posición desde fuera es envidiable.

¿Quién es “yo”?

Recuerdo unas extrañísimas clases a las que asistí en BUP. La asignatura se llamaba Teoría del Conocimiento, y el profesor lanzó una pregunta curiosa: si tiras al aire todas las palabras que forman el Quijote, ¿existen posibilidades, aunque sean mínimas, de que caigan por azar escribiendo precisamente el Quijote? Yo escuchaba aquello y trataba de imaginarme todas esas palabras cayendo a la vez y lo veía francamente difícil. Pero el profesor dijo que sí, que existía esa posibilidad.

Después nos preguntó: ¿existen posibilidades de que en algún tiempo pasado, presente o futuro vuelvas a existir tú, o exista otro “yo” (que eres tú)? Por mi parte, eso me pareció mucho más probable: ¡pues claro, con la de gente que hay! Pero de nuevo, el profesor nos quitó la razón (a los que sorprendentemente seguíamos atendiendo). Tu “yo” es único, y no puede haber existido, ni existir ahora en otra parte, ni existir en el futuro.

La chispa divina

Según la medicina tradicional china, nuestra energía procede de diversas fuentes, algunas de ellas son hereditarias y otras adquiridas. A su vez, entre las hereditarias hay dos tipos de energía, la ancestral, que sería la herencia genética, y la energía primigenia, que es nuestra parte más celeste. Es como una chispa que cada uno de nosotros lleva como parte del fuego cósmico.

Quizá eso es una explicación alternativa para esta huella personal que llevamos dentro, la marca, lo que te hace ser “yo”. Y en esta chispa está escrita la “idea del cielo”, aquello que has venido a hacer en la tierra, siempre según el taoísmo.

Y no creáis que soy yo quien desempolva un saber taoísta ancestral. Está a la orden del día hablar de esto, aunque sin mencionar la parte poética. Esa chispa que podemos llamar “divina” es la que nos define como personas únicas, es la que es “yo”.

Tu misión

A veces, los consultores de habilidades hablan de la “misión personal” y de la “brújula interior” y cualquiera diría que todos íbamos destinados a ser Einstein, pero entonces la formación, la influencia cultural, y los padres, nos llevaron a ser aburridos administrativos.

Sin embargo, pienso que la chispa del cielo, el elemento que hace que tú seas tú y estés destinado/a a tu misión secreta personal, la gracia es que puedes llevarla a cabo. En ti está la semilla de esa acción que te va a realizar; llevas dentro tu vocación. Y curiosamente, cuando más consciente eres de ella es cuando eres pequeño.

Todo aquello con lo que naces es justo lo que necesitas para realizar en la tierra aquella idea del cielo. En este sentido, eres perfecto/a tal como eres y la frustración no tiene cabida. Pero, ¿por qué entonces hay tantas personas frustradas, descontentas, desmotivadas con su situación? Porque todas ellas han olvidado cuál era su misión.




viernes, 30 de septiembre de 2011

¿QUÉ HAY EN LA CIMA?


He observado que existen dos formas para lograr descansar de verdad: aprender a relajarse, y agotarse por el día. A algunos/as solo nos funciona la segunda. Y esta es a base de cosas como subir montañas.

Si la gente subiera montañas, se sentiría mucho menos agotada que pasando 8 horas al día en la oficina. Dormirían mejor y se levantarían más descansados. No les daría tiempo a preocuparse. Su carácter se suavizaría. Se despertaría en ellos el altruismo. Agradecerían más cualquier pedazo de pan que pudieran llevarse a la boca.

Me han contado que los orangutanes se pasan el día buscando comida, desde que se despiertan. Buscar comida es más parecido a subir montañas que a trabajar; es más honroso. Creo que por eso mi perra sale a buscar comida cuando la saco: es su trabajo.

Si el secreto es subir montañas, si es en las montañas donde muchos individuos han alcanzado la iluminación, ¿ de qué forma nos podemos dedicar a ello? No vale apuntarse al gimnasio, hace falta que sea al aire libre. Pasear por el campo con tu perro se empieza a parecer, pero tiene que ser más tiempo, tiene que haber esfuerzo, necesidad de beber agua, incluso de comer.

Quizá esto no sirva para todo el mundo, pero sí para personas con un sistema nervioso altamente alterable. Es la forma de cansarse y dejar paso a algo más.

lunes, 26 de septiembre de 2011

¿Una habitación propia?




He rescatado el libro de Orison Swett Marden, “Pushing to the front” (traducido como ¡Siempre adelante!) y, en particular, me ha llamado la atención un capítulo que se titula: «¿Por qué las mujeres casadas vienen a menos?»

El siglo XIX me abre los ojos y me demuestra cómo ha vivido la mujer hasta hace bien poco, y en ocasiones sigue viviendo: como una esclava o subordinada de su marido.

El hombre que fiscalizaba a su mujer no permitió que ambos tuvieran una verdadera economía en común, en la que los dos pudieran decidir por grandes sumas. Sin embargo, ahora ocurre un fenómeno curioso: el hombre defiende la igualdad en las aportaciones. Y más curioso todavía es que la mayoría de las mujeres no lleguemos nunca a los sueldos de la mayoría de los hombres.

Los defensores de los derechos de la mujer buscan por encima de todo que tengamos un trabajo remunerado. El caso es que no se ha avanzado demasiado desde que Virginia Woolf reclamara una habitación propia, pero sí lo suficiente para aprovechar la oportunidad única de ser independiente económicamente.

Habría que matizar esta independencia, empezando porque el sueldo medio en España no puede permitirse alquilar una casa. Está demasiado ajustado. Conozco muchas mujeres que permanecen en situaciones de total apatía y frustración marital porque realmente, si bien tienen un sueldo, están muy lejos de poder considerarlo fuente de independencia económica.

¿Cómo lo ves tú?




domingo, 18 de septiembre de 2011

Esa es tu película

Hace tiempo que no escribo, algunos de vosotros/as me lo habéis comentado.
Y es que no hay nada como la autocensura para que el chorro de la creatividad se seque en el acto. Esta autocensura me ha surgido al poner nombre y apellidos a alguno de mis lectores, y ha ido en aumento cuando todo lo que se me ocurre comentar aquí es demasiado fuerte, fuera del hilo simpático e inocente de Estar Mejor Que Bien (EMQB).

Corren tiempos difíciles y creo que irán a peor, por lo que es más que probable que surja otro blog más acorde con todo esto. Pero mientras se gesta, aún puedo seguir regalando contenidos afables y de buen rollo en línea de EMQB.

Me he dado cuenta de que todos nosotros protagonizamos nuestra película personal y vamos por la vida siendo el centro de nuestro universo. Esto le pasa hasta a mi perra, que va por la calle creyendo que todos los que hablan se dirigen a ella y quieren saludarla y acariciarla.

Es divertido tener tu propia película, aunque a algunos les encanta que sea un relato de proporciones melodramáticas. Sin embargo, cuando nos encontramos con otras personas, tratamos de encajarlas en ella dándoles un papel prefijado, toma, apréndete esto que tú haces de novio/a. He visto que tenemos la asombrosa capacidad de darle un papel a todo el mundo con el que nos encontramos, toma, tú eres mi amiga de confianza, toma, tú eres mi vecina cotilla, toma, tú eres...

Y resulta que esos personajes principales o secundarios de nuestra película son, a su vez, el protagonista de la suya, de forma que les va a costar aceptar un papel elaborado por nosotros en nuestras mentes. Al mismo tiempo, ¿cómo vamos a perder el papel de estrella para pasar a formar parte del elenco de secundarios de otra persona? Así, muchos no llegan a un entendimiento, porque protagonista solo puede haber uno, como mucho dos, y esos papeles ya están repartidos.

Hay personas capaces de hacer realmente que el universo gire en torno a ellas. Reparten por ahí papeles principales y secundarios y consiguen hacer olvidar a más de uno/a cuál era su película personal. Cuando alguien deja de ser la estrella y comienza a seguir un papel impuesto por otro, comienza a sentirse muy desgraciado/a, incluso si ese papel es “bueno” desde fuera: la esposa ama de casa, el marido bonachón, la amante sin compromiso...

Observo que la mayoría de la gente juega a este juego sin darse cuenta. Tanto si es para su propia súper producción de Hollywood como si es para su papel de víctima de las circunstancias, en lugar de levantar la vista del papel que se le ha adjudicado o se ha buscado por sí mismo/a, prefieren seguir por ese camino, en que al menos ya saben lo que tienen que hacer.

Observo además que poca gente acepta que cada uno/a sea la estrella principal de su propia vida y, por tanto, poca gente respeta el sueño peliculero de los demás, si bien todo el mundo desea que se respete el suyo propio.

Y observo que, según pasan los años, las personas nos endurecemos y nos aferramos a nuestra película, cada vez más elaborada, más acartonada y más bloqueada, y cada vez es más difícil que dejemos entrar a otros co-protagonistas, o incluso secundarios, en ella. Los papeles para los demás están tan prefijados que nadie cuadra en ellos. Toda la frescura que pueden aportar otras personas está censurada de antemano. O cuadras en el papel, o estás fuera.

Si tiras el guion a la papelera y vuelves a abrir las puertas y ventanas, tal vez tu vida se ventile un poco y pueda volver a caber en ella cierta espontaneidad.

jueves, 9 de junio de 2011

Deja de perseguir prioridades equivocadas



Llega a mi email una información de Marshall Goldsmith que quisiera compartir. Marshall Goldsmith es autor de 28 libros de negocios, muchos de ellos bestsellers. ¿Y qué nos dice este hombre? Pues que nos dedicamos a perseguir prioridades erróneas. Stephen Covey, otro autor similar, lo llama apoyar la escalera en la pared equivocada: cuando llegamos arriba nos damos cuenta de que no era ahí a donde queríamos subir.

Goldsmith menciona un estudio con jubilados que no habían sido directores generales. Se les preguntó sobre qué consejos darían a la gente joven. Se les preguntó:

“¿Cuál es la clave para tener una vida estupenda?” Y estas claves podían
resumirse fácilmente en tres puntos:


1) Sé feliz ahora. En la cultura de satisfacción continua de necesidades en la que vivimos, solemos condicionar la felicidad a alcanzar algo en un futuro. “Seré feliz cuando...”. Esto garantiza un estado de infelicidad crónica, de sensación de vacío continua, de escasez. Supeditar la felicidad a aquello que llegará (... cuando cambie de trabajo, tenga hijos, me case, me divorcie, tenga un coche nuevo, me haya ido de vacaciones) nos impide ver aquello que ya está aquí.


2) Aprecia a los más cercanos. Cuando estés en tu lecho de muerte, no estarás rodeado precisamente de tus clientes. Serán tu familia y amigos quienes estén ahí contigo. Y por cierto, no hay que tener 95 años ni estar en el lecho de muerte para descubrir esto. Basta con unos días ingresado/a en el hospital: entonces claramente se destaca quiénes son importantes en tu vida. Todo lo demás no es que quede en un segundo plano; es que desaparece.


3) Si tienes un sueño, persíguelo. Por estúpido que pueda parecer, por pequeño o grandioso que sea, es probable que sea más fácil cumplirlo ahora que a los 90 años, ¿no es así? Tu sueño puede ser conocer Australia, o escribir un libro, o montar un chiringuito en el Caribe (este lo he oído mucho, créeme). Lánzate ahora y prueba. Después puede ser tarde para ello. De nuevo, no hace falta llegar a los 90 para dejar de sentirse con las energías suficientes; a veces, ocurre mucho antes.

Y esto que cuenta Goldsmith, especializado en literatura para directivos, es perfectamente aplicable a los líderes en su quehacer profesional. De nuevo, tomando las 3 claves que acabamos de ver:

1) Es clave divertirte en tu trabajo. Lo cierto es que los superiores rara vez transmiten entusiasmo a sus colaboradores (sólo hay que ver que, claramente, no se están divirtiendo en absoluto). Una vez leí que, para saber si un trabajo era lo tuyo, te fijaras en tu superior: es lo que podías llegar a ser. ¿Sí? ¡Pues que espanto! Fijarme en personas que habían llegado “a lo más alto” me ayudó mucho para huir de trabajos realmente tediosos.


2) Ayuda a tus colegas. Cuando miras atrás a tus experiencias laborales previas, lo que sueles recordar es a las personas, no las tareas, ni tampoco el tamaño del despacho. Cuando tengas 95 años no te estarás acordando de que tu despacho era tan grande como el espacio asignado a diez subordinados. ¿O sí? Más bien, recordarás cómo ayudaste a desarrollarse a las personas, y las relaciones en general.


3) “Ve a por ello”. Es posible que fracases, pero al menos lo habrás intentado. De otra forma, puedes llegar a sentirte miserable por no haberlo hecho. Es un mundo cambiante, vivimos una etapa crítica, pero la única certidumbre con la que cuentas eres tú.


jueves, 2 de junio de 2011

¿Expomanagement o bailaoras y toreros?



He tenido el placer de asistir a algunas conferencias de ISAVIA en Expomanagement 2011.


He podido ver cómo se está empezando a dar valor a trabajar en equipo (¡por fin!), a que el grupo de trabajo coopere, libere el potencial de cada uno, y llegue a soluciones más creativas de lo que podrían alcanzar los mismos individuos de forma individual. Pero para ello, en lugar de dirigir las acciones formativas o de coaching a grupos de directivos, deben dirigirse a grupos de trabajo: departamentos, equipos que llevan un proyecto, etc. En estas acciones, es interesante que el superior esté al mismo nivel que el colaborador, y que todos participen sin sentir la presión del miedo a las consecuencias.


Esto para mí contrasta con el futuro de bailaoras y toreros que nos auguraba mi profesor de Macroeconomía de 3º como ventaja comparativa única para comerciar con el exterior.


Como comenta Nassim Nicholas Taleb en El cisne negro, los EE.UU. se han especializado en tareas “escalables”, es decir, en tareas en que no hay un tope máximo de personas que pueden acceder a un servicio, en que la presencia de quien las impulsa no es necesaria y en que los resultados no dependen de un continuo esfuerzo. Por ejemplo: el software, el diseño, las redes sociales, etc. En otras palabras, la creatividad: en EE.UU. en lugar de venderse la fuerza de trabajo, se venden ideas, productos intelectuales. Esto hace que su ventaja comparativa aumente. La creatividad deja las tareas menos “escalables” a aquellos felices de ser pagados por horas.




“Hay más dinero en diseñar un zapato que en hacerlo en realidad: Nike, Dell y Boeing pueden ser pagados simplemente por pensar”, dice Taleb.

En muchas empresas podría utilizarse mejor el potencial de las personas, un potencial que es una variable cualitativa, de calidad o cualidad, que se valora de forma cuantitativa, de cantidad… o de dinero.


A veces se comete el error de tergiversar ideas muy buenas para meter a los profesionales en la horma de un zapato demasiado estrecho para ellos. Aun así, los resultados siguen siendo buenos, y en ocasiones es sorprendente. Tomar la idea de que cada uno vino a este mundo a realizar su vocación y convertirla en que “y por tanto te tiene que gustar tu trabajo (rutinario, sin posibilidad de desarrollo personal, vacío de contenido)” es unir causas y efectos casi casi incompatibles.


Una vocación de artista, por ejemplo, se tergiversa a una vocación de querer que se cumplan los objetivos de la empresa, que todos “estemos alineados” y “en el mismo barco”. Pero es que ese barco se dirige a que el empresario gane más dinero y, a veces esto choca de tal forma con los medios de motivación del personal, que se consigue lo contrario de lo que se busca lograr. Esto puede llevar a aprovechar situaciones críticas como la actual y hacer una limpia de personal a través de un ERE cuando se tienen los mayores beneficios de la historia, por ejemplo.


Retomando las fantásticas conferencias que tuve la suerte de atender, se puede hacer mucho. Se puede construir desde el trabajo de equipo, se puede crecer, se puede liberar creatividad a raudales, y todo esto lo pueden hacer estas mismas personas en las que a algunos responsables les cuesta creer. Todos guardamos dentro la mejor versión de nosotros/as mismos/as esperando fluir con facilidad. Incluso si no es en esa vocación nuestra.


¿Por qué no intentarlo? ¿Por qué no com-probarlo?


viernes, 20 de mayo de 2011

Movimiento 15M




Sí, me siento indignada. Sí, me identifico con el movimiento del 15M. No, no me representan, y hace tiempo ya. Concretamente, lo descubrí cuando nos manifestamos contra la guerra de Irak, dijimos “No a la guerra” de forma pacífica, en las calles, y no se nos escuchó.

Hace tiempo ya que veo a la clase política como un conjunto de vendedores de crecepelo que no ocultan ya que me están engañando. Me dan igual unos y otros, a estas alturas. Yo soy de aquellos “indecisos” que deciden, legislatura tras legislatura, cuál de los únicos dos posibles partidos va a gobernar. Indecisos que nos planteamos siempre no ir a votar, votar en blanco, votar a los verdes o a algún partido minoritario, y que ahora quizá (al menos yo) pensamos dar un voto nulo.

El rescate a los bancos ha sido escandaloso, sencillamente. Desde la entrada del euro he visto mi capacidad adquisitiva disminuir considerablemente, porque resulta que hoy, en 2011, gano lo mismo en términos absolutos que ganaba en 2001, lo que pasa es que en 2001 los precios eran mucho más bajos. Entonces veo cómo con el dinero de todos, que incluye mi propio dinero, se toman decisiones como inyectar liquidez a un sistema que está apoyado en una serie de inversores desconocidos, anónimos, que manejan el mundo al final.

Sólo hay que ver el documental “Hagamos dinero”, de Erwin Wagenhofer, que se está proyectando estos días en el cine Verdi de Madrid, y espero que en otros en España y fuera de España. No gobiernan los gobiernos, gobiernan los capitales, y el “dinero de todos” acaba en manos de unos pocos. O bien se es uno de estos pocos, o bien se es uno de los muchos que salimos a la calle y decimos: “¡Basta ya!”

Sorprendentemente, en canales como Cuatro, se ha hablado del movimiento del 15M de forma negativa, como para hacerlo parecer inconsistente, y se le ha comparado con los movimientos de los países del norte de África. Me parece increíble. Afortunadamente, la tesis defendida por el telediario de Cuatro de que los mensajes de este movimiento son incongruentes, cae por sí misma al leer que todos ellos van en la misma línea: queremos una democracia real ya. Queremos que los votos valgan lo mismo. Queremos decidir qué se hace con nuestro dinero, no vuestro, NUESTRO.

Me alegro de que el movimiento esté extendiéndose tanto frente a las embajadas españolas en otros países como en otros países que sienten lo mismo que sentimos nosotros.

No sé de dónde se sacan ahora que las personas que se manifiestan pacíficamente en Sol y otros lugares de España “exceden” el derecho del artículo 21 de la Constitución española. Tampoco entiendo muy bien en base a qué no vamos a poder estar libremente en la calle ejerciendo nuestra libertad de expresión el día de la jornada de reflexión, mañana sábado día 21 de mayo. Esta jornada es para que los partidos dejen de dirigirnos sus mensajes para permitirnos digerirlos. Nada tiene que ver con la expresión de la indignación por lo que ocurre en un sistema que tiene que cambiar.

http://blogs.elpais.com/la-voz-de-inaki



domingo, 27 de febrero de 2011

Gente inventando su realidad


Lo que veo es gente inventando de forma descarada su realidad. Esto ya lo he mencionado algunas veces; de hecho, no sólo lo menciono yo, lo dicen ahora expertos como Punset, como los que Punset entrevista, neurocientíficos como Damasio, expertos en el lenguaje como toda la escuela de Palo Alto... Y lo llevan diciendo las tradiciones orientales durante miles de años. Miles de años. Gente inventando de forma descarada su realidad, y siguen tan panchos.

Lo veo como si nos creáramos una estructura en la mente y luego tratáramos a toda costa de que esta estructura encajara en aquello que encontramos fuera. No importa las veces que choquemos con la misma piedra, piedra que indica que estamos absolutamente equivocados: nosotros/as seguimos ahí, luchando por imponerle a la realidad nuestra estructura mental. Es un trabajo delicado, de orfebrería, que hace nuestro cerebro y que ha aprendido a hacer, tras miles de años de evolución, con el fin de preservarnos de “lo inesperado”.

No estoy hablando de que, debido a lo limitado de nuestros sentidos, no tengamos la capacidad de percibir en toda su excelencia y abundancia aquello que está fuera de nosotros: más colores, más sonidos, más olores, sabores... Estoy hablando de un mecanismo de la mente por el cual, si no encontramos información fuera, o peor aún, si la que encontramos no nos encaja con esa estructura de cartón, nos la inventamos. No es como no percibir un color, es como percibir el color rojo y empeñarse con toda tranquilidad en que es azul.

Osho lo llama tratar de atravesar la pared cuando al lado tienes una puerta bastante ancha y abierta. Una y otra vez, cabezazo contra la pared, insistiendo: “¡Tiene que ser por aquí!”. Que la estructura que ha creado tu mente diga que es por ahí, no significa que lo sea. Osho dice:


Cuando un buda acepta, acepta las cosas como la pared y la puerta. Él pasa por
la puerta: dice que es la única manera. Tú primero tratas de pasar a través de
la pared y te hieres de un millón de formas. Y cuando no puedes salir (abatido,
vencido, deprimido, caído) gateas hacia la puerta. Podrías haberlo intentado
primero por la puerta. ¿Por qué empezaste a intentarlo por la pared y a luchar
contra ella?

Pero entonces, ¿por qué el cerebro se dedica a este trabajo constante de autoengaño, fantasía y mala interpretación de los datos? Pues porque evolutivamente ha sido ventajoso: si el cerebro era capaz de anticipar un peligro por medio del razonamiento de lo que puede pasar, la persona se salvaba de este peligro. Si el cerebro era capaz de deducir los datos de los huecos en la información, podía hacerse una imagen mental más rica en detalles y podía actuar en consecuencia.

Es decir, que el mecanismo es automático, que tiende a darse, que tendemos a buscar imponer la estructura de la mente a lo de fuera, y no a captar lo de fuera y ya está, sin buscar patrones, modelos, sin reducirlo, categorizarlo, esquematizarlo.

Hay otra razón por la cual es interesante tener esta habilidad: es la consabida “Ley de la Atracción”, o “El Secreto”. De una forma altamente curiosa y cercana a lo mágico, esta ley defiende que si uno se focaliza en lograr un deseo, lo consigue. Para ello se necesita seguir una serie de normas, como visualizarse habiendo ya logrado el objeto de deseo, y no tanto centrarse en la carencia de aquello que se piensa que se necesita. Personalmente, diría que esto lo he hecho siempre y que me ha dado resultados, cuando lo que deseaba lo deseaba realmente, cuando por debajo de ese deseo no había una sutil e inconsciente contraorden de “espero que realmente no me ocurra esto”. A mí me gusta más la frase que utiliza una amiga mía. “Alá proveerá”. Algo llegará, “los planetas se alinearán”, recibirás esas llamadas de nuevos clientes, sucederá. Es la esperanza. La esperanza es uno de los mecanismos más bellos de nuestra mente para hacernos sobrevivir en las peores circunstancias.

Existe quizá una diferencia entre rellenar los huecos que deja la realidad inventando, literalmente, las razones y motivos de los demás, y dirigir el pensamiento hacia un puerto positivo, pero con la mente abierta a la observación de lo que va llegando. Por ejemplo, una forma de rellenar los huecos de una persona que no consigue encontrar pareja podría ser este pensamiento:

“Ya no hay hombres. Desde que los pollos están hormonados y desde que hay tantos tóxicos en la alimentación, pues los hombres son menos viriles. Además, se van haciendo homosexuales, porque prefieren estar con otros hombres, no se atreven a estar con mujeres. Por eso no encuentro pareja”. Espero que nadie se ofenda: yo esto lo he oído más de una vez (lamentablemente).

Y por ejemplo, la forma de pedir el deseo “al Universo” y de esperar, de tener esperanza, sería: “hay hombres maravillosos sobre la faz de esta tierra. Y estoy segura de que antes o después me voy a cruzar con uno de ellos. Estadísticamente es más que probable. Y yo estoy en disposición de encontrarle y de reconocerle cuando aparezca”.

Así pasa que hay personas que tienen delante de sus narices aquello que buscan y no lo ven, no son capaces de verlo, si es un perro les muerde pero aun así no lo ven, y otras personas dejan la vista como perdida, como desenfocada, dando lugar a una visión panorámica que les va a permitir antes o después fijar la vista en aquello que necesitan, que está justo ahí, o pasa por ahí, o gracias a tomar una acción o una serie de acciones concretas, se posibilita encontrarse con ello.

Bueno, pues... ¡ABRE LOS OJOS!

domingo, 13 de febrero de 2011

14 de febrero, día de los que aman


Resulta difícil no enterarse de lo que se celebra el día 14 de febrero, San Valentín. Este fin de semana estuve comprando en un centro comercial. El caso es que, desde que entré hasta que salí, los altavoces nos recordaban continuamente las ofertas en la sección tal y cual para el regalo del día de los enamorados. Salí tan harta que estuve a punto de dedicar este escrito a cualquier otra cosa...

Lo cierto es que esto del 14 de febrero, San Valentín, provoca reacciones viscerales de todo tipo, desde aquellos que quieren celebrarlo románticamente con grandes festejos, como viajar o darse un homenaje (léase hotel, comilona, SPA, etc.) hasta aquellos que lo critican y se revuelven cuando alguien les pregunta si lo van a celebrar.

Es curioso, porque mi caso siempre ha sido bastante ambiguo: primero se habla y se decide que no, que esas cursiladas impuestas por los centros comerciales y la cultura norteamericana no se celebran, y al mismo tiempo, llega ese día y al menos uno de los dos tiene un detalle con el otro, o acabamos cenando por ahí.

Y es que el 14 de febrero, lunes en este caso, es tan bueno y tan malo como cualquier otro día para celebrar el amor. ¿Pero qué amor? Usualmente, el llamado “amor romántico”. Se dejan fuera otras formas de amor igualmente interesantes, quizá más satisfactorias, más plenas e incondicionales, y otras más de andar por casa, pero todas ellas ausentes de lo que hace al amor “romántico”: el sexo.

Sí, has leído bien. ¿Qué diferencia el amor romántico de la amistad, del amor materno-filial, del amor a los animales o del amor a dios? El sexo.

El deseo de unión, según nos indica Eduard Punset, nos nace de una impronta tan básica y profunda como la de las propias células, que quieren así no sólo perpetuar su código genético, sino también colaborar en una distribución de tareas y utilización de recursos que es sinérgica.

Según comentaban hace poco en el programa Sacalalengua de La 2, en algunas culturas no existe separación alguna entre “amor romántico” y sexo; son la misma cosa. En esas culturas, se vive de una forma más abierta la sexualidad, y la mujer tiene un papel más protagonista y liberado en comparación con culturas más influidas por convencionalismos rancios y heredados siglo tras siglo.

Se dice también que la palabra “amor” es hasta 10 veces más buscada en Internet que la palabra “sexo”. Y yo digo: ¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

Bromas aparte, creo que “el día de los enamorados” parece referirse a personas que están enamoradas, y no a personas que aman a otras. El enamoramiento, aunque muy valorado por la sociedad, se compara neurológicamente con un trastorno obsesivo compulsivo que lleva a la persona a obsesionarse con otra persona. Podría decirse que en el enamoramiento el centro de atención es uno mismo/a, mientras que en el amor, el centro de atención es el otro. Dile a cualquier enamorado que lo que está haciendo en realidad es mirar su ombligo: no te creerá. “Pero si no hago más que pensar en ella”. Pensar en ella desde tus referencias, desde la imagen idealizada que has hecho de ella, desde la pura fantasía que imaginas con ella. De hecho, el enamoramiento se va perdiendo cuando la fantasía creada choca una y otra vez con la realidad. La persona sigue siendo ella misma, quieras o no, y todas aquellas proyecciones y quimeras que construiste a su alrededor van cayendo sin piedad. Lo malo es que este proceso no tiene vuelta atrás. Lo bueno es que puede que debajo del trastorno obsesivo compulsivo por el otro haya surgido una forma de amor, ternura, cariño, respeto, etc.

Así que quizá sería más interesante celebrar el amor. De hecho, podría ser el “día de los que aman”; tendríamos que celebrar el “amar”, y no el amor, como plantea Stephen Covey. ¿No es interesante la diferencia? Amar es un verbo, una acción, es algo que se hace por otra persona, es el sacrificio de uno mismo por otro. No se trata de centrarnos en cómo nos sentimos. El verdadero amor llama a sacar el centro de atención de nuestras vidas hacia otro que nos necesita.

La celebración del amar, sea el 14 de febrero o sea cualquier otro día, puede hacerse se tenga o no se tenga con quién.

Hace pocos días encontré en el parabrisas de mi coche una publicidad bastante llamativa: una tarjeta con un corazón rojo. Pensaba que un restaurante me sugeriría celebrar allí San Valentín, pero leí:


“No es necesario tener pareja para tener el corazón ocupado”

Me gustó, y también la frase siguiente: “Escucha a tu cuerpo”.

En efecto, se trataba de la publicidad de un gimnasio, que nos invita a hacer ejercicio para así tener el corazón ocupado. Y me lo llevé, y lo podéis ver en la foto.

Creo que sólo podemos amar y alimentar el ser de otros en la medida en que nos amamos a nosotros mismos/as. Creo que no puedes encontrar fuera lo que no llevas dentro.

¿Por qué no celebras tu San Valentín personal? Te puedes autorregalar los bombones más chocolatosos del mercado, puedes ver tu película favorita, cenar en el restaurante que más te gusta; incluso convocar a tus amistades y quedar para celebrar un amor que no es romántico, pero sí es pleno.

En definitiva, estés en la situación que estés, el día 14 de febrero puedes permitirte celebrar el amar, el amor romántico, el sexo amoroso, el enamoramiento o lo que te apetezca... como cualquier otro día.

¡Que lo disfrutes!

domingo, 6 de febrero de 2011

¿Tiempo, dinero o energía?


Tengo la sensación de que, de alguna forma, los tres son formas parecidas de lo mismo.

La relación inversa entre tiempo y dinero se estudia incluso en las facultades de Economía. Al hablar de trabajo, por ejemplo, cambiamos tiempo por dinero. En concreto, lo habitual es cambiar 8 horas de trabajo diarias, o 40 semanales, por un salario.

Un elemento fundamental los diferencia: el tiempo no se puede multiplicar, y el dinero sí.

Hace mucho tiempo que el dinero dejó de ser la representación en papel de una reserva de oro que se encuentra en el Banco de España, tal vez “escondida” en algún sótano, como podríamos imaginar. Mucho del dinero que circula ahora es ficticio, creado, sin ningún respaldo real; es un dinero virtual, que se multiplica gracias a su precio (los tipos de interés), y gracias a las leyes del mercado bursátil. Quien más quien menos, sabemos qué consecuencias ha tenido el hecho de que los activos que poseían los bancos fuesen irreales, basados en una deuda “tóxica”.

En cuanto al tiempo, el tiempo es tu vida. Lo que hagas con tu tiempo, lo estás haciendo con tu vida. Tus días, tus horas, tus minutos, son días, horas y minutos de tu vida, de lo que te resta de vida.

Lo parecido entre el tiempo y el dinero es que parecen comportarse como un flujo de energía. Parados, se estancan, para ponerlos en acción y que fluyan hay que disfrutarlos, vivirlos, llenarlos, realizarlos.

La energía a la que me refiero en el título es la fortaleza vital que se tiene en cada momento. En realidad, no sólo se cede tiempo a cambio de dinero, también (y sobre todo) se cede energía. Se puede pagar para conservar energía, en otras palabras, se puede ceder dinero a cambio de tareas que ayuden a preservar la propia energía: alguien limpia por nosotros/as, o nos trae la compra, o nos hace comida y nos la pone en la mesa, etc.

La relación entre la energía y el tiempo también es inversa: cuanto más tiempo se invierte en una actividad, menos energía queda disponible para otras actividades.

Así, el día al día al final es un conjunto de tomas de decisiones acerca de cómo gestionar tiempo, dinero y energía.

¿El ahorro? Pues el ahorro tiene un punto de vista positivo y uno negativo.

El dinero no da la felicidad, pero su carencia nos puede sumir en situaciones realmente desagradables. Se recomienda tener un colchón para imprevistos, edificar un plan de pensiones, o construir una gran inversión, como es comprar una casa. Ese dinero que se va apartando se puede rentabilizar, es decir, se puede aprovechar el hecho de que el dinero se crea de la nada a partir de la aplicación de los tipos de interés, los precios de las acciones en bolsa, etc. Podemos aprovechar el carácter virtual del dinero.

Pero, ¿qué pasa si todo el mundo retiene su dinero? Entonces la Economía del país se estanca, se ralentiza, no hay intercambios de bienes y servicios por dinero, se paraliza la actividad. Lo que parecía bueno deja de serlo.

El ahorro de energía vital puede parecer maravilloso también. Se dice que el número de respiraciones de toda nuestra vida está contado, así que una buena forma de ahorrar es ralentizar la respiración, calmarla. Según Osho:


“Cuando la vida es fácil, el tiempo parece más corto. Esos a los que la gente
llama yoguis, que cada vez respiran menos y más despacio, lo único que hacen es
disminuir el proceso de la vida. Están menos vivos, eso es todo. No van a vivir
más tiempo; tan sólo van a estar menos vivos. No están viviendo plenamente; su
llama no arde adecuadamente. El ánimo, el entusiasmo y la danza desaparecen. Se
consumen a sí mismos, eso es todo.”

Y finalmente, el ahorro del tiempo siempre me evocará a los Hombres Grises del libro Momo, y es que el tiempo no se puede ahorrar porque la vida no se puede ahorrar. Todo lo que hacemos, cada día, en el trabajo, en el metro, al encender la televisión, es tratar de no ser conscientes del tiempo, tratar, además, de que pase lo más rápido posible, es decir, gastarlo. Aunque creemos que lo ahorramos. Existen cursos sobre gestión del tiempo, los anuncios proclaman que los productos nos ahorran tiempo, ¿y cómo se va a ahorrar el tiempo? Me refiero a que, igual que resulta absurdo imaginar una gran caja de ahorros del tiempo como la que aparece en la novela de Michael Ende, también resulta absurdo pensar que si se va más deprisa, se tendrá más tiempo. Intentamos correr mucho y, al igual que para los hombres grises en la calle de Jamás, el tiempo pasa más rápido y se nos va.

¿Tiempo, dinero o energía? Ni ahorrarlos, ni malgastarlos, simplemente vivirlos, disfrutarlos y llenarlos.

domingo, 30 de enero de 2011

Amplía tu pequeño mundo


Hace poco, uno de mis lectores dejó de ser anónimo en el ascensor.

De forma totalmente inesperada dijo mi nombre, y me habló de una entrada del blog en la que menciono a uno de mis autores estrella, Ernie J. Zelinski, y uno de mis libros preferidos, El placer de no trabajar. Me encanta tener lectores, pero a veces la sorpresa de que me hablen de este blog es tan imprevisible que me quedo sin palabras. Y más si es en un entorno laboral donde me nombran, precisamente, “el placer de no trabajar”. :-)

Sin embargo, el libro de Zelinski está dirigido a “estresados, parados, jubilados o cansados de trabajar”, según dice su subtítulo. Y habría que añadir que no es ninguna broma de mal gusto para aquellos que no tienen trabajo. El libro es una potente herramienta para sacarle mucho jugo al tiempo de ocio, se esté en la situación en que se esté. Así, aquello que se descubre o aprende en el tiempo libre puede llevar a emprender un nuevo camino laboral, o a mejorar en habilidades en las que se falla, o a perfeccionar capacidades que se utilizan de forma habitual. Probablemente, yo escribí aquello en una temporada en que trabajaba desde casa, o bien en otra en que estaba desempleada, o como he oído decir, estaba en búsqueda activa de empleo. Y sí, desde mi experiencia, el libro sirve, amplía miras, sobre todo en el área de la creatividad.

Zelinski simplemente da claves de cómo recuperar actividades para el ocio que quedaron en el olvido, o de encontrar otras nuevas que se adapten a nuestra forma de vida actual. Para ello, indica cómo construir un árbol de ocio con todas las opciones que fueron interesantes alguna vez, o nos parecen interesantes ahora, o nos podrían atraer. Empezar a considerar nuevas opciones hace necesario quitarse de encima el polvo del viaje por el aburrimiento. Curiosamente, en una era en que estamos rodeados/as de todo tipo de tecnología y opciones de entretenimiento, muchas personas tienen la palabra “aburrimiento” muy presente en su vocabulario. Y más curioso todavía, aquellos/as que afirman sentir aburrimiento frecuentemente, suelen resultar bastante aburridos a los demás.

Y es que, incluso para buscar nuevas actividades que nos motiven y nos den energía en el tiempo libre, la mayoría de personas trata de permanecer siempre en su área de comodidad. El área de comodidad de algunas de ellas es tan pequeña que no pueden casi ni moverse sin sentir ciertas dificultades. Sin embargo, el hecho de irse recogiendo poco a poco en este área produce un efecto paradójico: cada vez se reduce más.

Creo que el miedo es el motor más habitual de las acciones humanas, y esto tiene explicación científica, puesto que es uno de los mecanismos de supervivencia más antiguos, arraigado en nuestro cerebro más primitivo. Y observo actuaciones guiadas por el miedo no sólo en aquellos que confiesan “no me atrevo”, sino en aquellos que supuestamente llevan una vida de retos y desafíos al más alto nivel profesional. Al final, la biología les puede, y no aciertan a salir de su pequeña caja de zapatos.

En realidad, y como comentaba en la entrada de blog que trajo a mi mente este lector, el tipo de estímulos de placer que nos alejan de tener una vida fácil puede dividirse en dos: evitar sacrificios, o evitar el miedo. En los dos casos esquivamos algo que nos parece negativo, desagradable, incómodo, innecesario... Pero el caso del miedo es en el que me voy a centrar, porque la mayoría de las veces, según he observado, es miedo infundado. Además, una cosa es no querer hacer un sacrificio, aun siendo consciente de lo que puede suponer, y otra es no poder realizar algo por miedo.

¿Miedo a qué? Miedo a lo desconocido. Hay multitud de creencias bajo la capa del miedo a lo desconocido, desde «el mundo es hostil» hasta «no soy capaz», de forma que realizar cualquier acción en el terreno desconocido (hablar en público, llamadas comerciales, conducir por primera vez, comenzar una relación) tiene un componente de visión de túnel de cómo es el mundo y otro de fallo en el autoconcepto. Algo así como que el mundo es muy grande y yo soy muy pequeñito/a.

He visto miles de técnicas para superar el miedo, y creo que están demasiado centradas en el objeto que quieren destruir. El miedo no desaparece, pues es una alarma biológica, inconsciente, previa a cualquier razonamiento. Una situación actual puede llevar a una persona a evocar una intensa experiencia negativa anterior, incluso si no tienen relación alguna. Automáticamente, han saltado los mecanismos de alarma y ahí no hay nada que hacer.

Entonces, ¿cómo superar el miedo a lo desconocido? ¿Cómo pasar por encima y alcanzar lo que se desea? Me da la sensación de que el miedo se enfrenta y se supera con valentía. Es decir, se enfrenta y se supera con una dosis de energía positiva, de fuerza de voluntad, de motivación. Nuestro mundo se amplía y deja de ser una aburrida caja de zapatos abriéndose a la experiencia de más, buscándolo, pasando a través de ello. Por ejemplo, el miedo a hablar en público se supera hablando en público.


Quizá en ese tiempo de ocio que cada uno tiene, por pequeño que sea, podamos buscar una actividad que nos ayude a hablar en público y de paso, a ampliar nuestro pequeño mundo.

sábado, 15 de enero de 2011

La confusión


Hace poco más de un año, cuando estaba documentándome para escribir el manual de comunicación eficaz, descubrí a Paul Watzlawick, autor de ¿Es real la realidad? y de El arte de amargarse la vida, entre otros.

Lo que este experto en lingüística explica no se me olvida nunca: el lenguaje verbal lleva a la confusión y a la desinformación. Lo veo cada día en las conversaciones que se sostienen, veo cómo se pasan por alto el lenguaje paraverbal y el gestual, que están revelando mucha información que quizá contradice esas palabras mentirosas.

Watzlawick nos dice que “la confusión es comunicación defectuosa, que deja sumido al receptor en un estado de incertidumbre o de falsa comprensión”. De lo que alguien trata de decir a lo que dice hay un mundo, y hay otro mundo de lo que el receptor escucha a lo que entiende. Dos mundos que forman un mar de confusiones. Durante la conversación, ambos interlocutores mezclan las palabras que están escuchando no sólo con sensaciones del momento, sino con emociones del pasado que quedaron ahí, sin ser digeridas. El resultado es nefasto, y más aún cuanto más estrecha sea la relación entre ambos.

En concreto, me interesa algo que se denomina “doble vínculo” y que es un arma de destrucción masiva de relaciones. Se trata algo así como de dar una de cal y otra de arena, de buscar inconscientemente la culpabilidad en el otro para ganar como sea la batalla verbal. Esto nos afecta de la siguiente forma:

1) Cuando personas de gran importancia nos reprimen por la forma en que vemos la realidad o en que nos vemos a nosotros mismos, tendemos a dudar precisamente de nuestra percepción. Acabamos desconfiando de nuestros sentidos, sintiéndonos inseguros/as por ser quienes somos. Por ejemplo, es relativamente fácil hacer que otra persona se sienta gorda o fea.

2) Si personas de vital importancia te echan en cara no tener los sentimientos que deberías tener, acabas por sentirte culpable por no ser capaz de tener los sentimientos “verdaderos”, válidos. Por ejemplo, hay personas que echan en cara a sus parejas no sentir el amor que consideran que deberían sentir por ellas.

3) Cuando recibes de personas de apego normas de comportamiento que exigen y a la vez impiden unas acciones, encuentras que sólo puedes seguir estas normas desobedeciéndolas. Por ejemplo, te dicen que es voluntario apuntarte a un plan y cuando dices que no te apuntas, te preguntan por qué te comportas así.

4) Cuando personas muy cercanas te piden que te comportes de forma espontánea. Una conducta espontánea deja de serlo cuando es exigida por otro. Se manipula mucho con este tipo de peticiones. Por ejemplo, cuando te piden que sonrías o te rías más, que te dejes llevar, que te excites, que tengas un detalle, que fluyas, que te relajes, o que te duermas, etc.

Por supuesto, estos 4 puntos se van forjando cuando somos pequeños/as (nuestros padres y educadores nos manipulan así), y después se convierten en mecanismos automáticos de comportamiento, de forma que es bastante probable que la gran mayoría los utilicemos sin darnos cuenta, provocando en otros dolor y sufrimiento (y alejamiento). Al mismo tiempo, es probable que otros los utilicen sobre nosotros/as y nos hagan sentir incómodos/as sin saberse muy bien por qué, pues todo esto bombardea la línea de flotación inconsciente.

En cualquier caso, la confusión no se da sólo cuando hay un intento consciente o inconsciente de manipulación. Por desgracia, se da en prácticamente toda conversación, desde el momento en que cada persona da unos valores diferentes a una misma palabra, derivados de sus experiencias previas.

Por esto es tan importante no dejarse calar por las palabras que se oyen, sino ir más allá de ellas, aclarar con la mejor intención posible qué quiso decir la otra persona, sobre todo cuando la conversación ha llevado a un estado de falta de entendimiento. ¿Y se hace esto? Pues no, no se hace, sino que se tiende a “leer el pensamiento” de la otra persona e inventarse lo que pasa por su mente, algo que no puede precisar ni la propia persona...

Amigo/a lector/a, ten esto en cuenta, escucha, y ve más allá de las palabras, busca lo que se esconde detrás. Ésta es la única forma de saber si hay alguien ahí fuera.