viernes, 7 de diciembre de 2012

¿Progreso? ¿Avance? ¿Hacia qué?


Las nuevas montañas de mis paseos por el campo me gustan más bien poco.

Mira que son años ya viendo cómo el campo se contrae, se recoge hacia atrás, se borra, se sume en la nada. Y sin embargo, cada vez que me toca verlo de nuevo, me lastima como si fuese a mí a quien le están robando el espacio.

Quizá se debe a que siempre viví en el límite de las ciudades, o a que busqué sus límites para encontrar el campo. Tras el disfrute de vagar por entre los árboles y las plantas, tuve que ver la destrucción, la excavación, la devastación.

Me recuerda a La historia interminable, cuando el mundo de la fantasía va desapareciendo, comido por la nada. Tal vez los campos que recorro pertenezcan también al mundo de la fantasía, y con menos personas creyendo en ellos, ya parece que no son necesarios.

Me pregunto a veces por el origen antropológico de esta sensación tan devastadora como si algo me estuviese sucediendo a mí, en el cuerpo. Y pienso que puede deberse a que el campo en realidad siempre nos ha dado de comer. Es del campo, de la selva, del bosque, de donde nosotros sacamos los alimentos. Sigue siendo así, pero hemos perdido ese vínculo tan lógico, y hemos empezado a pensar que los alimentos emergen como por arte de magia en los supermercados.

Sé que las zonas que yo transito no daban muchos alimentos, pero sí daban setas de todas las variedades, sí daban bellotas, moras, hinojo, tomillo…
Ahora me ponen la valla delante de los ojos y me ponen un señor tachado, que indica que no puedo seguir andando, al menos temporalmente, por mi vía pecuaria preferida. Levantan la tierra y la convierten en una carretera en un abrir y cerrar de ojos.


¿Progreso? ¿Avance? ¿Hacia qué?

miércoles, 28 de noviembre de 2012

A punto de salir del armario

He recibido el ferro.
Y el ferro es el ensayo para que las imprentas trabajen con un modelo del libro que van a producir.
Este ferro, sin embargo, no es igual a la obra definitiva; es una prueba.

Gracias a mi equipo motivador, que ha estado ahí cuando era necesario leer las pruebas del libro, hemos descartado esta portada, porque no reflejaba bien lo que se quiere transmitir con Humedades en el desván.

Tengo la sensación de que cuando se publique este libro saldré del armario. Y no el sentido que se le suele dar, sino en otro, pero de igual forma, había algo que escondía en el armario y con este libro lo voy a airear bien.

El título se lo debo a Marta Jiménez, compi coach del segundo curso de coaching que hice. Entre las dos, hablando sobre el tema, salió esta expresión. En el dibujo del ferro que nunca verá la luz se refleja precisamente el significado de este título.

En breve, podré compartir con vosotros/as el de verdad.

martes, 20 de noviembre de 2012

O virgen o puta


Después de más de 3 meses sin escribir, la lectura de un libro interesantísimo, The moral animal (el animal moral), me trae a estas páginas.

Y es que hasta ahora pensaba que esto de "o virgen o puta" venía de algún fragmento del refranero español. No suponía que en realidad los antropólogos estudian esta dicotomía, lo llaman "the Madonna-whore dichotomy". Dicho en inglés parece que se suaviza.

Pero no, en realidad se hace todavía más duro, porque parece ser que tener en mente en esta polaridad puede tener orígenes evolutivos. El hecho de que una mujer se aventure libre y alegremente en el terreno sexual, la lleva rápidamente al extremo opuesto de la polaridad, y esto hace que le sea más difícil encontrar una pareja estable.

Se observa en tribus de todo tipo que los hombres colocan a las mujeres en uno de estos dos cestos con el fin de distinguir claramente si merece la pena para él hacer una "inversión parental" como padre de las criaturas de esta mujer. Incluso con la existencia de anticonceptivos, el mecanismo heredado de la evolución sigue ahí, y se enfrenta a un córtex más elevado pero con menos peso evolutivo.

No porque la selección natural nos haya creado significa que tengamos que seguir sus planes de forma esclavizada.  Pero sí es necesario saber qué puede haber detrás de elecciones de pareja en ambos sexos. De la misma forma que las mujeres se plantearán en general reservarse para un compañero que les asegure apoyo para su descendencia, los hombres se plantearán probar "con todo lo que se mueva" (y está así escrito en el libro de Robert Wright), a menos que decidan hacer una inversión parental y se queden al lado de una de esas "Madonnas".

A pesar de lo libres que nos podamos sentir en el S. XXI, lo cierto es que las mujeres no mostramos el mismo comportamiento que los hombres.

En un experimento, tres cuartas partes de los hombres a los que se aproximó una mujer desconocida de la universidad en que estaban, aceptaron tener sexo con ella, mientras que ninguna de las mujeres a las que se acercó un hombre desconocido aceptó el trato.

En conclusión, cierto libertinaje en los hombres y cierta reserva en las mujeres son innatos en alguna medida. Aquellas mujeres que no se comportan con reserva, pueden también conseguir una buena descendencia, si bien parece ser que la descendencia de parejas estables es más fuerte y sale mejor adelante que la de mujeres sin pareja.

Lo que sí acaban haciendo ambos sexos es engañar. Los hombres engañan a las mujeres buscando una más joven, que les va a dar la oportunidad de tener descendencia durante más años. Las mujeres engañan a los hombres si consiguen que uno les provea de recursos y aparece otro por el horizonte que les puede proveer de genes fuertes. A los hombres les duele y resulta casi imposible tolerar el engaño físico, mientras que lo que no pueden superar las mujeres es el engaño emocional, el pensar que su hombre pueda querer a otra mujer.

En cualquier caso, a diferencia de otros primates como los chimpancés o los gorilas, nuestra especie parece estar hecha para las relaciones de larga duración, que aseguran el desarrollo óptimo de la descendencia. Por ello, tampoco el modelo de Don Juan es adaptativo desde el punto de vista de la evolución. Conquistar a una mujer cada semana y dejarla abandonada no asegura que la descendencia vaya a salir adelante.

En resumen, ni virgen ni puta, ni Don Juan ni cornudo; somos animales venidos a más gracias a la adaptación de nuestros rasgos evolutivos.

jueves, 2 de agosto de 2012

Iba en el tren, leyendo a Murakami...


Esta mañana iba en el tren leyendo a Murakami (Crónica del pájaro que da cuerda al mundo) y estaba, por cierto, en una parte intrigante, deseando saber qué iba a pasar después.

Una mujer ha empezado a hablar en medio del tren. Los trenes de cercanías en que voy cada mañana al trabajo son como un gusano interminable, todo de corrido; los vagones están unidos en un bloque. A veces hay 2 de estos grandes bloques.

Y esta mujer ha hablado alto y claro. Morena, no muy alta, proyectaba la voz con potencia. Yo miraba a otros pasajeros. No éramos muchos. Unos iban leyendo, otro estaba haciendo un Sudoku; había quien no hacía nada.

Al principio, cuando ha empezado a presentarse, la reacción común: la gente haciendo como que no oye, que sigue leyendo, que eso no va con ellos. Incluso yo trataba de saber cómo continuaba la historia de Murakami.

Pero la voz de la mujer se hacía oír, no ya por lo bien modulada que estaba, sino más bien por su locuacidad, su discurso perfectamente estructurado y rico en vocabulario, de una persona con estudios.

Ella estaba diciendo: 
«… soy licenciada en educación infantil por la universidad complutense, colegiada con el número XXXX, he dado clases a niños de 3 a 4 años y de 4 a 5 años, y ahora que no tengo trabajo [no he llegado a oír lo que había pasado con su puesto] tampoco he podido pagar la casa, y me desahucian.
»Lo habéis podido ver en Cuatro, en Callejeros, han venido los policías a mi casa y nos han echado, a pesar del apoyo de la plataforma contra los desahucios. Los policías agarraron a mi hija de 16 años del pelo, la querían llevar a rastras, los de la plataforma intentaron impedirlo, ahora hay una denuncia por agresión a los agentes, cuando la agresión fue de ellos hacia nosotros…»
Creo que en este punto ha sido cuando el discurso me ha conmovido hasta tal punto que incluso deseaba que terminase, que por favor, dejase de contarnos su historia, que ya estábamos totalmente convencidos de que necesitaba ayuda.

Pero la mujer seguía, porque necesitaba hacerlo. Con esa voz agradable y esa forma de expresarse propia de una profesional de la enseñanza, seguía:

»Yo antes estaba a ese otro lado, sentada, y no le deseo a nadie de ustedes que tenga que estar en mi lugar, de pie, en medio del vagón…»

Se oía la angustia, la desesperación. «… he llamado a muchas puertas, a muchas…», se oía “soy como vosotros y no sabéis el dolor que es ponerme en este otro lado”. Se oía, se palpaba, y se filtraba.

¿Cómo ayudarla? 
Al margen de dinero, me hubiera gustado darle más ayuda, pero mucha más. Le he sugerido que dé clases particulares, a todas las edades, no solo a los niños. Cuando ella estaba muy cerca de mí, he visto que tenía la cara llena de lágrimas. “Ella podría ser yo. Podría ser cualquiera de nosotros”.

Al salir del tren, he recibido un pasquín, con el mensaje principal de “Marcha a Madrid. 15SEP2012

Lo he leído entero. Solo quiero decir que los mineros ya han marchado a Madrid, y que marchar a Madrid no es suficiente, aunque es mejor que simplemente renviar correos en que vemos a las personas que están a nuestro servicio, “representándonos” reírse de nosotros. A mí no me molesta tanto el “Que se jodan” como la cara de satisfacción, la sonrisa de esta elementa, al decirlo. De Montoro me molesta todo, pero la sonrisita y la risita cuando habla de duras medidas… ¿Acaso estos individuos disfrutan con esto?

Creo que se necesita mucho más que movilizaciones (aunque por algún sitio hay que empezar) y que lo que se necesita no me gusta nada tener que vivirlo.


sábado, 28 de julio de 2012

Tenemos lo que queremos


Ayer vi la película “The Guard” (El irlandés), una película de humor negro genial, peculiar, refinada en la creación de cada personaje. Una película especial, que deja un gusto agradable.

¿Y dónde ponen esta película?
Al menos en el centro de Madrid, está en 9 cines, 3 de ellos en versión original.
Para hacer una comparación, la película de Batman “El caballero oscuro” está en 27 cines, 6 de ellos en versión original. Es decir, está en 3 veces más cines que “El irlandés”.

¿Cómo me enteré de la existencia de esta película?
Fue por un anuncio en prensa en que vi el cartel con muchos premios listados arriba: Festival internacional de cine de Valladolid, Globos de Oro, Academia de Cine y Televisión de Irlanda, Premio Peter Sellers de Comedia, Premio del Público en el Festival de Cine Británico de Dinard (Francia) y en el Festival de Sarajevo.
(No es que en aquel momento me fijase en lo que ponía en todos estos premios, sino que hábilmente he recurrido a una ficha sobre la película J).

¿Y por qué no está esta película en el cine más cercano?
Aquí entra el tema de las distribuidoras. Tengo entendido que, para que una película llegue a un cine, se le imponen además otras varias de mucha menor repercusión. De forma que un cine con 8 salas, pone 3 o 4 películas de una misma distribuidora, 1 película europea por narices, y otras 3 o 4 películas de otra distribuidora.

Reflexionando ayer sobre esto, me acordé del tema de las frutas y las verduras.
Los distribuidores rechazan cada día kilos y kilos de frutas y verduras que no tienen los estándares requeridos, no solo de calidad, sino de forma y tamaño. A pesar de que los consumidores digamos que esa fruta tan igual nos parece de plástico, lo cierto es que, si nos intentasen vender aquello que se tira cada día, no lo querríamos. Lo vi en un reportaje, vi cómo las señoras rechazaban aquellas naranjas que “estaban feas”.

Y pensé, ¿quién quiere esto, quién lo decide? ¿Acaso los distribuidores son unos malvados personajes que filtran la realidad?
Y llegué a la conclusión de que somos nosotros mismos los que queremos esto. Nosotros queremos las frutas todas iguales, las verduras también, todo brillante, del mismo calibre y todo de plástico. Igual que nosotros queremos películas todas iguales, todas brillantes, del mismo calibre y todas de plástico.

Tenemos lo que queremos.

sábado, 21 de julio de 2012

Avergonzada de ser española... cambié de opinión



Avergonzada de ser española, avergonzada de toda la clase política, su ceguera y su sordera, y poniendo la mirada en otros países donde no se lucha para llegar más rápido a la Gran Depresión, recupero un poco la esperanza cuando veo la historia de Joan Pujol García, “Garbo”.

Es una historia que desconocía, y que encuentro apasionante: un hombre “común” que sin embargo decide luchar contra el fascismo que había vivido en su Cataluña natal, se hace pasar por agente doble tanto para los aliados como para los fascistas en la Segunda Guerra Mundial.

Al principio, los ingleses no quieren trabajar con él y su esposa Araceli. ¿De dónde han salido, qué saben, cómo nos van a poder ayudar? Después, cuando Pujol se acerca a los nazis que tanto le repelen y les ofrece sus servicios, consigue convencerlos, y con esto, los aliados también aceptan sus capacidades como agente doble.

Pujol, desde Lisboa, fue capaz de inventar hasta 22 agentes residentes en el Reino Unido, lugar en el que nunca había estado, y cada agente tenía su historia, su lugar de residencia, su personalidad, y su manera de informar.

Este tinglado tan fantasioso funcionó a la perfección, tanto, que facilitó en un momento dado el desembarco de Normandía, al hacer creer Pujol que en realidad el verdadero ataque se haría sobre Calais. Llegó hasta el mismísimo Hitler el mensaje de 

“sí, en Normandía se ha desembarcado, pero aun así, el verdadero ataque sigue preparándose para ser realizado en Calais”.

Mientras todo esto ocurría, mientras se acercaba “el día D” del desembarco y Pujol trabajaba a destajo para mantener el engaño de los alemanes, Raimundo Hurtado Hoyos continuaba en la cárcel de Guadalajara, cuatro años después de ser apresado por imprimir panfletos, y esperando a que pasasen otros 3.

Raimundo Hurtado Hoyos fue otro español de esa época tan convulsa que me hace recuperar cierto orgullo por esta nación. ¿Por qué? Raimundo no fue agente doble, no influyó directamente sobre las acciones de un dictador nazi, ni salvó a España de ningún ataque. Sin embargo, Raimundo mostró humanidad, optimismo, nobleza y entereza ante las torturas, experimentos médicos, el hambre y la enfermedad, provenientes de la España nazi.

Me escalofría ver el documental de “Hitler, Garbo… y Araceli” como algo del pasado, mientras leo sobre Raimundo Hurtado Hoyos como algo que acaba de pasar. ¿Por qué siento esto? Es como si no se hubiese curado esta herida. El propio libro lo dice al final: “Estos edificios… esas cárceles”. Muchos de los edificios que tenemos en el centro de Madrid fueron cárceles (o checas) improvisadas para “interrogatorios” (es decir, torturas) durante los primeros años de la posguerra.

Si estos edificios estuvieran abandonados pero aún en pie (como se pidió que se hiciese con la cárcel de Carabanchel), para mostrar al mundo lo que hubo, lo que fue, entonces lo sentiría como pasado. Pero edificios como “Gobernación” solo han lavado su cara para ser “el reloj inofensivo de la puerta del Sol”. Y es que claro, estos edificios ya existían de antes y fueron ocupados. Fueron ocupados.

Lo que realmente me anima a escribir sobre Pujol y Hurtado Hoyos es que toda una historia convulsa, muy reciente, sigue pesando sobre las cosas que ocurren ahora. Por mucho que queramos echar tierra, el muerto está muy vivo. Como afirma Giulia Tamayo
“los promotores del olvido creen haber precintado la memoria”. 

Se desollaron los derechos humanos en aquellas reclusiones de personas inocentes. Se desollaron, se degollaron, se fusilaron.

Sobre Raimundo Hurtado Hoyos, y “esas cárceles”



Sobre Joan Pujol García, y ese “pasado”




martes, 3 de julio de 2012

La cultura del presentismo



Un aplauso a las empresas que se han unido a la corriente de la racionalización del horario, impulsada por la Comisión Nacional de la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE).

Quizá la productividad no aumente en España porque se confunde con número de horas trabajadas. Sin embargo, falta un término en la ecuación. La productividad es la cantidad de producto por unidad de tiempo. Ocurre que, si aumentamos la cantidad de tiempo sin aumentar la cantidad de producto, la productividad disminuye. Es decir, alargar el número de horas no garantiza más cantidad de producto.

Además, determinadas horas son altamente improductivas, como las que se trabajan después de comer. Acostumbrados a comidas copiosas, nos enfrentamos a tardes en las que la sangre está en el estómago, y lucha por intentar subir al cerebro.

Ya habíamos hablado en nuestro blog sobre la importancia de conciliarla vida laboral con la personal.

Esta conciliación supone un factor de motivación de primer orden, para cualquier trabajador, esté en la situación personal que esté. Poder mantener aficiones, amistades, descanso suficiente y hábitos saludables, es algo que repercute de forma directa y positiva en el rendimiento del profesional.

También habíamos mencionado la absurdez de tratar de ahorrartiempo, porque es imposible por definición.

¿Qué buscan en realidad las empresas españolas cuando alargan el horario de forma generosa o no conceden jornadas intensivas en verano? ¿Qué se gana? ¿Acaso han hecho el análisis de lo que supondría que esas jornadas se rigieran por el sentido común?

Carlos García-Mauriño, presidente de ASEFARMA, sí lo ha hecho. Es tan solo un ejemplo de empresa en que se han implantado medidas de flexibilización de horarios y conciliación. Esta empresa ofrece la posibilidad de que los profesionales trabajen desde su domicilio, la aplicación de un horario continuado o la reducción de jornada en la proporción adecuada a las necesidades de cada trabajador, entre otras medidas.
La cuenta de resultados de esta empresa ha reflejado un aumento de la rentabilidad del 30%, gracias a estas y otras medidas.

¿Cuál es tu caso? ¿Tu empresa fomenta la conciliación? ¿Qué opinas de los horarios partidos?

viernes, 29 de junio de 2012

Mario Balotelli


Me encanta este hombre.
Mario Balotelli se llama. Lleva el pelo rapado al cero y lleva una cresta parcialmente teñida de rubio platino.
Y por más que se llama Mario, y por más que se apellida Balotelli, a mí me parece que se llama Warrior. Warrior, el guerrero.
Es curioso, porque, una vez decidida a escribir este artículo, oigo decir que “parece un gorila” y que “si me lo encuentro por la calle salgo corriendo”. Y es cuando ya veo obligatorio escribirlo.
Porque a mí me parece una escultura, un dios de la guerra, una belleza llena de fuerza.
Y cuando hizo su postura de: “aquí está el guerrero; llamadme Warrior” se quedó como en estado de trance hasta que un compañero se lanzó encima de él a abrazarle. Antes de eso, estaba inmutable, y después, comenzó a moverse como recuperando la humanidad; bajando de los cielos.

lunes, 18 de junio de 2012

Vacaciones de verano... ¿para ti?


Dentro de poco comienza el verano. Ya quien más quien menos, todos tenemos en mente las vacaciones. Quizá algunos (o muchos), desde hace unos meses, ya que el calendario laboral se ha secado de festivos hasta el 15 de agosto, al menos en Madrid.

A pesar de la crisis, todos intentaremos irnos. Sí, ese “todos” generalizado que suele tener excepciones. La crisis ya no es solo la crisis; es una gran depresión. Pero “el pueblo de los padres” está ahí. Y los que no solemos ver la playa durante el año, queremos ver “cualquier” playa. Esto sí que es curioso, me comentó una persona de una zona de costa que aquí usamos la expresión “a la playa” para responder a “¿Dónde te vas de vacaciones?”. Y que en la costa eso es como decir: “al parque”. Ya pero ¿qué parque? ¿Dónde? A los de interior nos da igual qué parque, realmente.

Antes de irnos, sin embargo, ya estamos pensando en la vuelta. Conozco mucha gente que dice: “ya verás a la vuelta, el contraste, el choque”. Y todavía no se han ido. Esto lo nombra Osho en el Libro de la nada. Llevamos un cierto tiempo pensando en un futuro idílico, esas vacaciones en la playa, y al tiempo pensamos ya en la vuelta.

Y lo peor, estando allí, estando en el lugar soñado, deseado, y sabiendo que permaneceremos tan solo unos días, unas semanas el más afortunado, pensamos ya en volver. Quizá incluso empiezan las peleas familiares/conyugales, y se está “deseando” volver para recuperar la normalidad, lo que yo llamo el estado vegetativo.

Vamos que, teniendo una oportunidad de estar despiertos, de vivir la vida intensamente, de disfrutar de aquello que durante el año nos parece tan difícil (aire libre, sol, agua, excursiones, buceo, juegos, siestas interminables, salidas nocturnas al raso…) llegamos allí y no sabemos.

Parece que, al no tener entrenamiento en el ocio, se nos muere la capacidad de gozar. Y esto sí que me parece triste. Gozar, reír, sentir. De tanto tiempo en estado vegetativo se nos escurre la espontaneidad, se nos oxidan las ideas, y se nos acartona el cuerpo.

Bueno, pues este año, en lugar de permitir este desastre, ¿por qué no nos centramos en disfrutar de lo que podamos? Incluso aquellos que no tengan medios de ir a ningún sitio, ni playa ni pueblo ni dios que lo fundó, ¿por qué no aprovechan el tremendo calor para vivirlo a fondo, despertar, ser conscientes?

Ánimo, yo lo voy a probar.
¿Qué piensas? ¿Dónde te vas este verano? ¿Te quedas?
¡Cuéntanos!

viernes, 1 de junio de 2012

Estimada rata:


En estos tiempos no solo se han llevado el queso de donde lo tenías localizado, sino que te recorres el laberinto y no encuentras ni ese ni ningún otro queso. Pero el queso no se lo ha comido otro. El queso ha sido abducido.
Los tiempos exigen que nos identifiquemos con ratas, con cuervos, con buitres: rebuscando en la basura, recogiendo lo que rechazan otros, atacando todos a una un objetivo para poder derrumbarlo… y comerlo.

Lo que más me llama la atención es que veo personas muy válidas a las que les está costando encontrar una fuente de ingresos, mientras hay personas muy acomodadas en su puesto de toda la vida, ya sea en empresa pública o privada, que piensan que esto de la crisis no va con ellos.

Ayer decía Jean Ziegler que hay alimentos suficientes para alimentar al doble de la población mundial, así que la escasez la están provocando grandes corporaciones concretas, identificables, señalables y condenables.
Vamos, que como decía, el queso anda por algún lado. “debe haber”, “debe haber”… esto decía un alumno mío de contabilidad. Sí, justo por el Debe y el Haber de algunas empresas, de algunos bancos, es por donde se ha colado el queso. Al tomar formato contable, ahora no hay quien se lo coma.

Entoces, ¿qué hacer? ¿Peregrinaje en busca de otros laberintos con sus correspondientes quesos? ¿Permanecer en el sitio a ver si por arte de magia cae otro queso en la misma casilla? ¿Empezar a comerse las paredes del laberinto, que igual también alimentan?

Reaccionar es necesario, pero exige un esfuerzo mucho mayor, justo cuando menos fuerzas se tienen. No es lo mismo continuar con una rutina de comodidad que actuar para que la rueda gire en sentido contrario. No es lo mismo actuar lleno de energía que actuar desde el miedo, la tristeza o la desesperación.

Por eso creo que ahora lo que se impone es colaborar. No solo colaborar virtualmente en la red, sino ayudarse de verdad, avisarse, construir redes de trabajo que puedan proveer con costes muy bajos y sin la pesada estructura de una empresa. Estaríamos hablando de un tejido empresarial no ya formado por pymes, sino por micro-pymes o incluso individuos que son su propia marca.

Así que el paso es madurar, ser adulto, ser autónomo en las dos acepciones, y ser capaz de liberarse de la estructura de laberinto que tiene actualmente nuestra sociedad.

¿Qué opinas? ¿Estás de acuerdo?

Déjanos tus comentarios… y ¡Feliz San Viernes!

viernes, 27 de abril de 2012

Un poquito de e-learning



Fíjate en la imagen: ¿qué te transmite? ¿Qué te ha llamado la atención primero, las imágenes, el texto? ¿Qué relación pueden tener entre sí estas imágenes?
Esta imagen es un ejemplo de pantalla que puedes encontrar en la formación por ordenador, e-learning, concebida por un diseñador instruccional.


¿Qué es un diseñador instruccional?

Es un profesional de la enseñanza por ordenador. Su misión es ayudar a los estudiantes a encontrar sentido a la nueva información que les llega.

Esta forma de enseñar irrumpe de alguna forma en el aprendizaje que se produce de forma natural: siempre estamos aprendiendo. Aprendemos de forma activa cuando realizamos tareas o actividades, y de forma pasiva cuando reflexionamos sobre la vida. Recibir un curso es para el alumno un aprendizaje forzado, incluso aunque de él puedan derivarse experiencias positivas de aprendizaje.

¿Qué aporta la enseñanza e-learning?

La mayoría de la enseñanza se ha basado tradicionalmente en poner mucha información delante del estudiante, con el fin de que, de forma similar a una esponja, la absorba toda y sepa reproducirla. Esta forma de educar lleva al estudiante a memorizar sin entender, soltarlo todo en un examen, y olvidar automáticamente lo que nunca aprendió. De ahí lo inútil de enseñar con este método, que al mismo tiempo priva a los alumnos de un verdadero aprendizaje experiencial y más humano.

El diseñador instruccional, consciente de esto, elige aquellas partes de la información que es importante transmitir, dando instrucciones sobre cómo asimilarla, cómo utilizarla. Así, no propone cientos de estímulos contradictorios. Sabemos que la atención humana es muy limitada, y si se divide y reparte, desaparece pronto. Por ello, al formar, es necesario guiarla y mantenerla despierta. Literal y figuradamente.

Además, es importante dotar a la información de un contexto. De otra forma, es muy fácil ignorar elementos que se desconocen. Por ejemplo, cuando alguien escucha un término que no significa, tiende a eliminarlo de la información global que recibe, o peor, le da el significado que se le ocurre.

¿Qué es el aprendizaje colaborativo?

Lo interesante de las herramientas colaborativas, auténtica revolución en la enseñanza, es que, si 4 ojos ven más que 2, 40, 400, 400.000 ojos ven mucho, mucho más. Es el poder del compartir múltiples perspectivas, algo imposible con los sistemas de enseñanza tradicionales que, desgraciadamente, siguen en vigor.

Además de la colaboración, el buen aprendizaje que otorga un buen diseño instruccional es concreto, conciso, breve, claro, por lo que ayuda a centrarse en lo realmente importante en menos tiempo y con menos dinero.

La clave es enganchar, motivar al soberano de la enseñanza: el alumno

El buen diseño de contenidos engancha. Es como una novela, como un best-seller. Hace que lo leamos con interés y lo recordemos incluso cuando no lo estamos leyendo. Para que el contenido enganche, debe ser claro y tener un sentido para quien lo lee.

Lo que engancha es, además, más que mera información. El simple hecho de presentar datos ante los ojos del alumno no hace que automáticamente los absorba, ni esto tendría interés alguno.

Para compartir algo más que información, el buen diseñador instruccional se centra en el alumno, no en los contenidos que quiere transmitir. Esto es clave. El alumno es el soberano de la formación. Sin él, no hay enseñanza. Frente a las teorías tradicionales centradas en el emisor de un mensaje, hace ya muchos años que emergieron teorías centradas en el receptor. El mensaje está bien comunicado si el receptor lo capta y comprende, y no si el emisor lo lanza con un formato espectacular.

¿Empatizas con tus alumnos?

Este interés por lanzar un mensaje centrado en el emisor es completamente humano: egocéntrico. Y sin embargo, quien mejor se comunica es quien es capaz de empatizar con el otro, de ser flexible a la forma de ser del otro, quien tiene un interés genuino en el otro.

Lo que importa por tanto no es la información que transmitimos, sino el significado que le da el receptor. Y es clave que el diseño instruccional sea “intencional” para que dirija al receptor a un solo significado, el que deseamos comunicar.

Además, la actitud con la que el receptor acoge esos contenidos es fundamental en el grado de aprendizaje. Muchas veces, el alumno no desea aprender, sino que “tiene que” hacer un curso por obligación. El aprendizaje es espontáneo y voluntario, por lo que motivar al estudiante se convierte en algo necesario.


miércoles, 14 de marzo de 2012

¿Hace bueno?

Esto de que “hace bueno” lo vamos a tener que revisar. ¿Qué es hacer bueno? ¿Qué es bueno?


Cada día me levanto, me asomo y me digo: “otro día… igual”. Ninguna nube, aire frío al amanecer, calor al mediodía. Un hongo creciente sobre la capital y que se extiende a muchas de sus ciudades.


Es buen tiempo porque la humedad es contraproducente para muchas dolencias: artritis, reumatismos, enfermedades crónicas, problemas de estómago…


Es buen tiempo porque la ropa no tiene que ser tan pesada, no hay que llevar paraguas, no hay que incomodarse.


Es buen tiempo porque por primera vez vamos vestidos por la calle igual que en la oficina: como si todo el año fuese verano (excepto en verano, en que en la oficina debe vestirse de invierno.


Pero yo pienso que no, que no hace bueno. Y eso que a mí el tiempo que está haciendo, este verano en el invierno, me sienta mucho mejor que el invierno habitual.


Y es que una atmósfera poco húmeda provoca más electricidad estática. Igual que los electrones están alterados, parece que la gente está alterada, estresada, y esto solo puede ir a más con la primavera a la vuelta de la esquina.


Esta sequedad provoca multitud de síntomas incómodos: prolongación de las alergias, problemas respiratorios, estreñimiento, problemas de la piel…


Y por eso reitero que lo bueno se define de forma relativa. En Economía se estudia que es peor demasiado que demasiado poco. Esto significa que, cantidades excesivas de cualquier “bien” (bien, cosa buena) lo acaban convirtiendo en un “mal” (mal, cosa mala). Demasiado “buen tiempo” acaba siendo malo de la misma forma que demasiada agua puede anegar cosechas y desbordar ríos. Por esto nunca llueve a gusto de todos… ni a gusto de todos luce el sol.


Luego hay todo tipo de teorías, tanto las que defienden que este cambio en el clima lo ha provocado el ser humano como las que consideran que es ajeno a nosotros. Parece ser que ha habido bruscos cambios climáticos (en unos 50 años) en otras eras. Sea o no externo, cualquier medida que haga mejorar el medio ambiente será bienvenida. Si menos coches acceden a las capitales, menor será el hongo de contaminación. Otro concepto económico: ir en coche es bueno para mí y malo para los demás, pone el bien propio por encima del bien ajeno. La contaminación es una externalidad negativa, una consecuencia “mala” de algo que se supone que era el consumo de un “bien”.


A ver si deja de hacer bueno.


viernes, 9 de marzo de 2012

Que las cosas las haga otro

No me quiero molestar. No quiero hacer un esfuerzo. No me interesa tener que elegir. Que elija otro.

Estas son las consignas de la sociedad de consumo elevada al grado máximo: el consumidor como soberano, recostado en un rico diván, pagando para que otro le presente todo tipo de bienes y servicios, preseleccionados, y le indique lo que le va bien.

Por el lado positivo, surgen nuevas figuras ¿impensables en un tiempo anterior?: la señora que te cocina la comida, el señor que te hace los recados, o los trámites y papeleos, la personal shopper que te dice qué ropa puedes llevar y qué colores te favorecen, la que te limpia la casa, plancha tu ropa y lleva y recoge a tus niños. E incluso, el que te pasea al perro o cuida de él durante las vacaciones.

Hay un cuento oriental en que un príncipe ve ejecutar un baile bello y complejo, y se pregunta: “¿Por qué no buscan a alguien que lo haga por ellos?”. Lo imagino recostado, con sobrepeso, con una expresión de aburrimiento, de desidia, viendo a esforzados bailarines tratar de lograr la perfección ante sus ojos.

Y llegamos al lado negativo: cada vez que es otro quien nos saca las castañas del fuego, perdemos la oportunidad de hacerlo por nosotros mismos. Perdemos la oportunidad de entrenar habilidades, de aprender métodos más óptimos de lograr algo. Sobre todo, perdemos la oportunidad del disfrute, nos privamos de entrar en el estado de flujo al realizar una actividad; al “hacer” frente al “ver”.

El dejar que otro haga las cosas se extiende de forma soterrada y pulposa a otras esferas. Ya no hablamos de pagar a alguien para que nos “ahorre tiempo” (el tiempo NO se puede ahorrar), hablamos de dejar que sean otros quienes resuelvan por nosotros los problemas de trabajo… o las tareas del hogar. La expresión es algo así como: “Si cuela…”. En lugar de meterse hasta el fondo en una cuestión, “mancharse las manos”, sumergirse en los factores que influyen en una situación, la cultura del no me quiero molestar nos lleva a permanecer al margen.

Permanecer al margen puede ser interesante cuando vives la vida con conciencia plena, en primera persona, con una visión directa de la realidad. Esto no es lo común. Lo común es que, quien permanece al margen, esté anestesiado y viva la vida como si estuviera soñando… o teniendo una pesadilla.

Realmente estamos presentando dos casos extremos: la plena acción y consciencia y la falta de acción e inconsciencia. Es un continuo sobre el que nos situamos todos. ¿Hacia dónde prefieres tender?

Feliz San Viernes.

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Te tomas 10 minutos?


El pasado 2 de marzo (San Viernes por más señas), hice una presentación-charla de mi libro Estar Mejor Que Bien.

A ella asistieron varias mujeres esperando que yo les hablara de los diversos temas que trato en el libro. Sin embargo, lo que a mí me interesaba es que ellas me hablaran de sus experiencias, de sus impresiones, vivencias e intuiciones, sobre diversos aspectos del desarrollo personal. Me apetecía conocerlas mejor, saber qué aspectos les podían ayudar e interesar.

¿Qué es la meditación?
Uno de los temas que surgió es qué es la meditación, y qué importancia puede tener. Existen miles de definiciones sobre lo que es y deja de ser meditar, basadas en unas u otras creencias. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que meditar es poco más que no hacer nada, o que hacer algo y solo eso. Por ejemplo, cortar cebollas. En otra charla similar, una participante comentó: "Yo medito cuando corto cebollas".

Acallar el ruido permanente de nuestro cerebro es curativo. Es relajante, ayuda a re-conectar con nuestro yo más profundo, elimina lo accesorio, diluye las preocupaciones sin sentido... La quietud de la mente descontamina de toda la información que se nos ha ido quedando de forma pegadiza o pegajosa, como esas canciones repetitivas que uno no consigue quitarse de la cabeza.

La meditación te ayuda a ser feliz
Está demostrado que hacer meditación ni es difícil (es decir, no se trata de una técnica avanzada e incomprensible), ni es perjudicial. Todo lo contrario: desarrolla la capacidad de ser feliz. La alegría solo es posible desde la calma, desde la activación del sistema nervioso parasimpático. Pasamos demasiadas horas al día con el sistema nervioso simpático altamente activado. Demasiadas horas liberando cortisol, adrenalina. Pocas horas liberando endorfinas. Pocas horas solo "siendo", "estando".

Hay a quienes esto de "meditar" les suena muy aburrido. Son incapaces de frenar, tomarse diez minutos les parece una pérdida de tiempo. Cuanto más rechazo provoca la idea de parar sin hacer nada, de "hacer no haciendo", como dicen los taoístas, más necesario puede resultar.

¿Vives en un estado constante de miedo?
Se viven tiempos de incertidumbre, de carencia, de freno... de MIEDO. El miedo nos bloquea, es la emoción más restrictiva, estanca nuestra energía, nos ata casi literalmente de pies y manos. Ante esto, el comportamiento en las empresas es de locura. Es moverse como un pollo sin cabeza. Ahora más que nunca, en medio del pánico, del caos, del futuro incierto con tintes tenebrosos, es cuando es importante aprender a parar, respirar hondo, y meditar.

Para saber más:

http://www.bubok.es/libros/207244/Estar-Mejor-Que-Bien
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/02/espana/1330679766.html

lunes, 13 de febrero de 2012

Relatos siniestros...



¿Existe vida en otro planeta (Marte)? ¿Por qué se describen los OVNIs como platillos y a los extraterrestres como niños cabezones con ojos muy grandes? ¿En qué se basan? ¿Qué oculta la NASA al respecto (si es que oculta algo)? ¿De dónde vienen y cómo vienen los alienígenas (si vienen)? ¿Somos capaces de imaginar formas de vida superiores no similares a la nuestra (cuerpo, sentidos, etc.)? ¿Son las plantas unos seres diferentes? ¿Será verdad que al final todo se reduce a la química? ¿Es cierto que la materia y la energía ni se crean ni se destruyen, solo se transforman? ¿Es posible que haya más de un UNIverso? ¿Qué es el átomo? ¿Cuáles son los ingredientes de la Coca-Cola? ¿Se sabe dónde están el Arca Perdida, el Arca de Noé y el Santo Grial? ¿La túnica sagrada?

Ninguna de estas preguntas encontrarán respuesta en Relatos Siniestros, pero eso sí, ¡pasarás un rato genial!


sábado, 28 de enero de 2012

¿Dependes de un aparato electrónico?



Lo reconozco: estaba deseando recogerle, no veía la hora de ir a por él, trataba de distraerme leyendo pero no lo conseguía, era como querer volver a ver a un novio que se fue a la guerra. Lo que pasa es que no era un novio, era mi ordenador.

Tres días sin él, y he pasado el síndrome de abstinencia, concretamente, de abstinencia de Internet. Sin mi ordenador, he notado una sensación de aislamiento y soledad en casa. Si no hubiera tenido televisión me habría echado a las calles para buscar gente.

Creo que Internet crea una falsa sensación de estar con gente, es un engaño para el cerebro. Y además, crea una falsa sensación de que la gente es divertida, positiva, comprometida socialmente. Y yo estoy permitiendo que mi cerebro se engañe tanto con la ilusión de estar en relación con otros como con la ilusión de estar ocupada, tener quehaceres. En lugar de dedicarme a quehaceres reales, hago un montón de cosas en el ordenador que no sirven para nada y que roban mucho tiempo. Es una droga de la inconsciencia.

En estos tres días, me ha dado por llamar a varias personas de las que no me habría acordado si hubiera encendido el ordenador. Es más, de algunas solo me habría acordado al ver sus emails. De otra forma, es como si esas personas hubieran dejado de existir.

Y esto me pasa a mí que nací sin ordenadores. ¿Y a las generaciones que nacen con esos cacharros en las manos (iPod, iPad, tableta, smartphone,…)? Creo que esto aumenta la ilusión de no ser animales, pero desgraciadamente aleja las posibilidades de autodefensa en el caso de que se produjesen situaciones extremas, como un conflicto bélico.

Es increíble, porque sin el ordenador, la vivencia del silencio es mucho más intensa. También la relajación, la vivencia de un tiempo ralentizado, vacío, la ausencia de la sensación de que “hay que” darse prisa por algo.

He observado que el trabajo con el ordenador, incluso fuera de Internet, da una falsa sensación de prisa, como si hubiera que hacer todo corriendo, apagar fuegos, alarmas. Cuando lees un texto en pantalla, no lees con la paz y tranquilidad con que lo harías si estuviera en papel. Además, te cansa mucho más.

Normalmente, ninguna información en el PC es como una hoja con letras y punto. Es como tratar de leer una hoja con letras muy juntas y pequeñas mientras te asaltan anuncios de colores, cada vez más dinámicos, que dividen tu atención. Si además de eso te saltan mensajes de que te ha llegado un email, de que se va a instalar una actualización, de que va a iniciarse el antivirus, de que tu equipo está en riesgo, de que alguien te escribe por Skype o por Msn… ¿quién puede concentrarse en una tarea? ¿Qué calidad de trabajo puede salir de ahí?

En lo que quiero hacer hincapié es en la irrealidad de la urgencia que imprime a nuestras vidas un aparato de estos. La urgencia no es real. No hay urgencia. Además, la importancia de los hechos está además trastocada: todo parece tener el mismo nivel de importancia, excepto lo que “llama” en ese momento tu atención, que se pone en el primer lugar, haciendo que todo lo demás se interrumpa.

La vida de tu cuerpo languidece mientras estás conectado/a. Tu verdadera vida social se resiente mientras estás conectado/a. Tu nivel de estrés aumenta y tu capacidad de respuesta creativa disminuye cuando estás conectado/a. Tus posibilidades de autodefensa reales, tus instintos salvajes, tu fuerza natural, se extinguen mientras estás conectado/a. Desconéctate un rato.

lunes, 2 de enero de 2012

El día de la marmota

¿Puedes vivir la vida de otra manera?

Hasta ahora, todo ha consistido en superar una serie de fases, más o menos obligatorias, con la sensación de que todo debe ir a más, a mejor, sin haber un máximo, o con un máximo tan lejano que parece inalcanzable. ¿Puedes cambiar tus creencias para que esto deje de ocurrir?

Tengo la sensación de que, en realidad, no hay nada que hacer. El mundo se podría terminar en el 2012, como algunos auguran, y no quedaría realmente nada pendiente. Piénsalo: todos los años de vida laboral que nos quedan. En mi caso, más del doble de lo que llevo. Todo eso queda por hacer, pero nada de eso existe ahora, en este momento.

Por mi parte, he decidido dejar de creer en la progresión a mejor, en la ambición. Me parece que cuanto más sube una persona, más se aleja de su centro, de quien es de verdad.

He decidido vivir cada día el día de la marmota: solo importa el presente. Me funciona estar muy consciente del presente. Si es bueno, para disfrutarlo en grado máximo. Si no es tan bueno, para cuidarme de la mejor forma posible. Esto significa que se vive con lo que se tiene hoy, no con lo que se tuvo ayer ni con lo que se imagina tener mañana.

La mayor fuente de frustración es vivir el presente como algo provisional, algo que acabará, que nos ocurre por error, tal como también defiende Viktor Frankl. Si uno cree que se librará de su situación porque le tocará la lotería, su jefe se jubilará, su jefe morirá, etc., entonces sufre continuamente, dado que estas expectativas no siempre se ven cumplidas. Se viven estas situaciones como si verdaderamente hubiera otra oportunidad para, ya sí, ser felices, otra vida después... Éste es un gran error.

Yo voy a reproducir la película del día de la marmota ("Atrapado en el tiempo") desde el momento en que el protagonista, una vez que se ha suicidado de las más diversas formas, decide empezar a mirar a su alrededor. En lugar de disfrutar de su tiempo linealmente hacia un futuro distinto (y mayor, mejor), lo disfruta de forma síncrona, en el momento presente, y observa cada vez detalles distintos. Además, como está atrapado en el tiempo, se entretiene en aprender a tocar el piano, aprende francés, e incluso aprende a colar naipes dentro de un sombrero. Porque total, da igual. Está en una especie de cárcel... hasta que empieza a ayudar a los demás.

Paradójicamente, desde el día en que decidí vivir cada día en el día de la marmota (y “día” lo he repetido para divertirme un rato), empecé a hacer cosas distintas. Por ejemplo, como el tiempo ya no cuenta, pues he decidido repasar gramática inglesa. Sé que suena a pestiño pero para gustos no hay nada escrito. También me he puesto a hacer cursos de formación continua, una afición que llevo cultivando varios años. Por otro lado, como el tiempo no cuenta, estoy estudiando medicina tradicional china. Y quién sabe si incluso estudiaré chino, después de todo.

Antes de tomar esta determinación, opinaba que es absurdo estudiar un idioma siendo adulto, porque está demostrado que no se llega a fijar en las estructuras neuronales, ni se llega a pronunciar sin acento. De hecho, el propio Richard Vaughan defiende con razón que el idioma sin acento se aprende antes de los 6 años. El caso es que, como los 6 años míos quedaron atrás, creo que ahora ya da un poco igual tener 37 que tener 43.

¿Cómo lo ves? Te sugiero que lo pruebes durante unos días, al menos. Da una gran sensación de libertad, y quita una gran carga de estrés al eliminar la creencia básica “debo mejorar cada día”. Además, como te sitúas en el día de la marmota y sabes que al día siguiente volverás a encontrarte con lo mismo, pues empiezas a tener un agradable sentimiento de que no queda nada por hacer, y de que puedes hacer lo que te dé la gana.

En fin, comparto este gran descubrimiento con todos/as vosotros/as con la esperanza de que os pueda servir.