miércoles, 14 de marzo de 2012

¿Hace bueno?

Esto de que “hace bueno” lo vamos a tener que revisar. ¿Qué es hacer bueno? ¿Qué es bueno?


Cada día me levanto, me asomo y me digo: “otro día… igual”. Ninguna nube, aire frío al amanecer, calor al mediodía. Un hongo creciente sobre la capital y que se extiende a muchas de sus ciudades.


Es buen tiempo porque la humedad es contraproducente para muchas dolencias: artritis, reumatismos, enfermedades crónicas, problemas de estómago…


Es buen tiempo porque la ropa no tiene que ser tan pesada, no hay que llevar paraguas, no hay que incomodarse.


Es buen tiempo porque por primera vez vamos vestidos por la calle igual que en la oficina: como si todo el año fuese verano (excepto en verano, en que en la oficina debe vestirse de invierno.


Pero yo pienso que no, que no hace bueno. Y eso que a mí el tiempo que está haciendo, este verano en el invierno, me sienta mucho mejor que el invierno habitual.


Y es que una atmósfera poco húmeda provoca más electricidad estática. Igual que los electrones están alterados, parece que la gente está alterada, estresada, y esto solo puede ir a más con la primavera a la vuelta de la esquina.


Esta sequedad provoca multitud de síntomas incómodos: prolongación de las alergias, problemas respiratorios, estreñimiento, problemas de la piel…


Y por eso reitero que lo bueno se define de forma relativa. En Economía se estudia que es peor demasiado que demasiado poco. Esto significa que, cantidades excesivas de cualquier “bien” (bien, cosa buena) lo acaban convirtiendo en un “mal” (mal, cosa mala). Demasiado “buen tiempo” acaba siendo malo de la misma forma que demasiada agua puede anegar cosechas y desbordar ríos. Por esto nunca llueve a gusto de todos… ni a gusto de todos luce el sol.


Luego hay todo tipo de teorías, tanto las que defienden que este cambio en el clima lo ha provocado el ser humano como las que consideran que es ajeno a nosotros. Parece ser que ha habido bruscos cambios climáticos (en unos 50 años) en otras eras. Sea o no externo, cualquier medida que haga mejorar el medio ambiente será bienvenida. Si menos coches acceden a las capitales, menor será el hongo de contaminación. Otro concepto económico: ir en coche es bueno para mí y malo para los demás, pone el bien propio por encima del bien ajeno. La contaminación es una externalidad negativa, una consecuencia “mala” de algo que se supone que era el consumo de un “bien”.


A ver si deja de hacer bueno.


viernes, 9 de marzo de 2012

Que las cosas las haga otro

No me quiero molestar. No quiero hacer un esfuerzo. No me interesa tener que elegir. Que elija otro.

Estas son las consignas de la sociedad de consumo elevada al grado máximo: el consumidor como soberano, recostado en un rico diván, pagando para que otro le presente todo tipo de bienes y servicios, preseleccionados, y le indique lo que le va bien.

Por el lado positivo, surgen nuevas figuras ¿impensables en un tiempo anterior?: la señora que te cocina la comida, el señor que te hace los recados, o los trámites y papeleos, la personal shopper que te dice qué ropa puedes llevar y qué colores te favorecen, la que te limpia la casa, plancha tu ropa y lleva y recoge a tus niños. E incluso, el que te pasea al perro o cuida de él durante las vacaciones.

Hay un cuento oriental en que un príncipe ve ejecutar un baile bello y complejo, y se pregunta: “¿Por qué no buscan a alguien que lo haga por ellos?”. Lo imagino recostado, con sobrepeso, con una expresión de aburrimiento, de desidia, viendo a esforzados bailarines tratar de lograr la perfección ante sus ojos.

Y llegamos al lado negativo: cada vez que es otro quien nos saca las castañas del fuego, perdemos la oportunidad de hacerlo por nosotros mismos. Perdemos la oportunidad de entrenar habilidades, de aprender métodos más óptimos de lograr algo. Sobre todo, perdemos la oportunidad del disfrute, nos privamos de entrar en el estado de flujo al realizar una actividad; al “hacer” frente al “ver”.

El dejar que otro haga las cosas se extiende de forma soterrada y pulposa a otras esferas. Ya no hablamos de pagar a alguien para que nos “ahorre tiempo” (el tiempo NO se puede ahorrar), hablamos de dejar que sean otros quienes resuelvan por nosotros los problemas de trabajo… o las tareas del hogar. La expresión es algo así como: “Si cuela…”. En lugar de meterse hasta el fondo en una cuestión, “mancharse las manos”, sumergirse en los factores que influyen en una situación, la cultura del no me quiero molestar nos lleva a permanecer al margen.

Permanecer al margen puede ser interesante cuando vives la vida con conciencia plena, en primera persona, con una visión directa de la realidad. Esto no es lo común. Lo común es que, quien permanece al margen, esté anestesiado y viva la vida como si estuviera soñando… o teniendo una pesadilla.

Realmente estamos presentando dos casos extremos: la plena acción y consciencia y la falta de acción e inconsciencia. Es un continuo sobre el que nos situamos todos. ¿Hacia dónde prefieres tender?

Feliz San Viernes.

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Te tomas 10 minutos?


El pasado 2 de marzo (San Viernes por más señas), hice una presentación-charla de mi libro Estar Mejor Que Bien.

A ella asistieron varias mujeres esperando que yo les hablara de los diversos temas que trato en el libro. Sin embargo, lo que a mí me interesaba es que ellas me hablaran de sus experiencias, de sus impresiones, vivencias e intuiciones, sobre diversos aspectos del desarrollo personal. Me apetecía conocerlas mejor, saber qué aspectos les podían ayudar e interesar.

¿Qué es la meditación?
Uno de los temas que surgió es qué es la meditación, y qué importancia puede tener. Existen miles de definiciones sobre lo que es y deja de ser meditar, basadas en unas u otras creencias. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que meditar es poco más que no hacer nada, o que hacer algo y solo eso. Por ejemplo, cortar cebollas. En otra charla similar, una participante comentó: "Yo medito cuando corto cebollas".

Acallar el ruido permanente de nuestro cerebro es curativo. Es relajante, ayuda a re-conectar con nuestro yo más profundo, elimina lo accesorio, diluye las preocupaciones sin sentido... La quietud de la mente descontamina de toda la información que se nos ha ido quedando de forma pegadiza o pegajosa, como esas canciones repetitivas que uno no consigue quitarse de la cabeza.

La meditación te ayuda a ser feliz
Está demostrado que hacer meditación ni es difícil (es decir, no se trata de una técnica avanzada e incomprensible), ni es perjudicial. Todo lo contrario: desarrolla la capacidad de ser feliz. La alegría solo es posible desde la calma, desde la activación del sistema nervioso parasimpático. Pasamos demasiadas horas al día con el sistema nervioso simpático altamente activado. Demasiadas horas liberando cortisol, adrenalina. Pocas horas liberando endorfinas. Pocas horas solo "siendo", "estando".

Hay a quienes esto de "meditar" les suena muy aburrido. Son incapaces de frenar, tomarse diez minutos les parece una pérdida de tiempo. Cuanto más rechazo provoca la idea de parar sin hacer nada, de "hacer no haciendo", como dicen los taoístas, más necesario puede resultar.

¿Vives en un estado constante de miedo?
Se viven tiempos de incertidumbre, de carencia, de freno... de MIEDO. El miedo nos bloquea, es la emoción más restrictiva, estanca nuestra energía, nos ata casi literalmente de pies y manos. Ante esto, el comportamiento en las empresas es de locura. Es moverse como un pollo sin cabeza. Ahora más que nunca, en medio del pánico, del caos, del futuro incierto con tintes tenebrosos, es cuando es importante aprender a parar, respirar hondo, y meditar.

Para saber más:

http://www.bubok.es/libros/207244/Estar-Mejor-Que-Bien
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/02/espana/1330679766.html