viernes, 23 de agosto de 2013

Esos otros habitantes

Ya me había familiarizado con el bicho. Entraba en el salón y lo veía ahí, en la pared, como un dibujo. Claro que, si me acercaba un poco, en seguida notaba su tridimensionalidad, sus largas patas sobresaliendo sobre su gran cuerpo.

Insecto ortóptero, familiarmente Pepe
Cuando entraba en el salón y no lo veía, sentía que él había roto un pacto: "puedes vivir aquí mientras en todo momento sepamos dónde estás". Pero claro, él quería investigar, no ser un adorno colgante en la pared, y en ocasiones le perdía de vista.

Después de dos o tres días, el bicho, que se parece a una langosta y puede ser una chicharra, una cigarra, un saltamontes, un grillo, un... insecto ortóptero, al fin y al cabo, después de dos o tres días se acercó demasiado a la zona prohibida.

Ciertamente, él no sabía que no podía transgredir ese límite, que "si se acercaba tanto como para que su presencia recibiera la total atención, moriría". En realidad, ahora me doy cuenta, las reglas las fijé yo mentalmente, y él las cumplía a veces sí y a veces no de pura casualidad. Era una relación injusta, descompensada.

Alguien me dijo que si un bicho te entra en la boca, el que tiene que tener miedo es él, no tú. Bueno, este amigo entra en la boca para un buen bocado masticado unas 70 veces... No, no me veo comiéndome al bicho.

En la sistémica, se dice que las fobias se corresponden con crímenes sexuales (violaciones) que ocurrieron en el sistema familiar al que se pertenece. Aun si es así, existen técnicas de visualización para quitarse estas fobias, tengan el origen que tengan. Hay fobias a los perros, a los pájaros, a las cucharachas, a las arañas... y a los insectos ortópteros.

La PNL (programación neuro-lingüística), propone visualizar a toda velocidad, de lejos y en blanco y negro las escenas más antiguas que recordemos relacionadas con esta fobia, y luego ir ralentizando el ritmo, ir acercando la imagen e ir dándole color.

En cualquier caso, nada me va a devolver la compañía silenciosa y ornamental de Pepe, que así se llamaba ya este otro habitante de mi casa.