miércoles, 22 de octubre de 2014

Quien mucho abarca, poco aprieta

He pasado casi un año sin escribir. Bueno, seamos precisos; sin escribir en mis blogs. Ni siquiera sabía sobre qué escribir, aunque no he dejado de reflexionar sobre mil cosas (tal vez demasiadas). Seguía apuntando cosas en mi diario, pero cada vez me cuidaba menos de disfrutar de la voluptuosidad de la escritura; de hecho, había dejado de ser un placer para mí. Por otro lado, me enviaba a mí misma emails con ideas para una futura novela. También, algo inconsciente me urgía a llevar siempre conmigo papel y boli. Compré una agenda y a veces escribí en ella pequeñas reflexiones del día, del momento, pequeños apuntes sobre lo positivo del día o sobre sucesos que “hay que” apuntar, como citas médicas, cumpleaños y grandes ocasiones.

Realmente no sé bien por qué no he escrito. Cuando queremos explicarnos algo, lo logramos, encontramos las causas sí o sí, sean o no las verdaderas causas; incluso si no había ninguna causa. Así que yo también he encontrado razones para este silencio, el silencio de mi opinión subjetiva ante diversos temas psicológicos, humanos, sociales. Estaba demasiado absorbida ahorrando tiempo para los hombres grises. Siempre supe que antes o después me visitarían. Y lo han hecho. Como es habitual, no recuerdo la visita, no recuerdo el cálculo escalofriante de las miles de horas que puedo ahorrar, vistas a la luz fría del humo de sus cigarros. Lo que recuerdo es que tengo que ir más deprisa, más deprisa, más aún, hacer más, retener más, tener más datos, muchos más, en la cabeza, y después de eso, acumular más aún. La cultura del positivismo (sobre esto ya escribiré un post más ilustrado), del ir a más a toda costa, del crecimiento por el crecimiento, incontrolado, cuanto más mejor.

Quizá me ha embaucado la creencia de que la actividad me iba a hacer olvidar la crisis de los cuarenta. Y no, al revés, la ha intensificado. Y eso que no tengo 40 (todavía). Me he dejado llevar y conquistar por la actividad por la actividad, como si fuese la rueda de un engranaje que creyese que estaba ahorrando tiempo y por tanto rejuveneciendo. Por si el trabajo no era suficiente, hice también muchos cursos, como para estar “a la última”, enterada de todo, en todas partes. Quien mucho abarca poco aprieta es el refrán que me viene ahora a la cabeza intentando describir cómo he sido este año. Al mismo tiempo, trataba de especializarme en algo en lo que ya estaba especializada, el e-learning, un sector que también requiere estar muy informado.

De fondo, tenía una sensación clara de que no podía escribir sin hacer referencias al menos a un libro, cinco enlaces, o veinte. De nuevo mostrar que abarco mucho, que me entero de todo, y que además lo aplico en seguida y produzco un texto decente, legible y entretenido.

Ahora he vuelto, no sé por cuánto tiempo, sé que ya no estoy tan absorbida. He rescatado un buen curso de Salvat sobre la práctica de la escritura, que coleccioné con paciencia en papel, y que era muy bueno. Probablemente cuando los hombres grises ya te han visitado es imposible retroceder, pero sí que se puede abrir los ojos, mirar a tu alrededor y descubrir que lo que te rodea es mucho más grande que tú. Es una forma estupenda de poner en perspectiva las miles de cosas banales que me he propuesto retener, en parte porque parece un requisito de mi trabajo, un requisito que he extendido al resto de mi vida durante este año de ahorro de tiempo. Miras más allá, abandonas la mirada miope, normalmente recogida por una pantalla de ordenador, de teléfono, de tableta… Cuando abandonas la mirada miope ves lo grande que es todo y lo pequeño que es esto tuyo, esta paja mental tan propia de manicomio.

Te invito a mirar más allá, a mirar a todo, a abarcar lo máximo con la mirada para poner en perspectiva lo que realmente abarcas tú. Es lo que he hecho, y creo que esto me ha permitido recuperar algo de cordura y de creatividad, lo suficiente para poder volver a escribir, y que tú me leas. Gracias.

domingo, 5 de octubre de 2014

¿De dónde surge la creatividad?

(Nota: las fotos que ilustran este post son mi particular visión de hacer fotos creativas).

Estoy realizando un curso sobre Solución creativa de problemas (Creative Problem Solving) en Coursera, facilitado por la Universidad de Minesota.

El curso comenzó de la manera más tonta, tonta en el sentido de infantil, desenfadada y lúdica, por lo que muchos participantes que decían ser personas muy creativas en su mundo profesional, se enfadaron mucho con toda esa estupidez y dejaron el curso.

Y es que la primera semana se nos pidió que hiciésemos lo más creativo posible siguiendo la frase: "Come algo diferente". En seguida, varios alumnos muy motivados ofrecieron todo tipo de ideas inusuales, desde comer todo de color rojo hasta comer la comida de su gato.


Observé que las mejores ideas eran las de aquellos que tenían un apoyo en su entorno, es decir, alguien dispuesto a ser tan tonto, desenfadado e infantil como el protagonista, y a recoger en foto o vídeo aquello que se estaba haciendo, puesto que era requisito imprescindible demostrar con pruebas el desafío que se había realizado.

Para nuestro diccionario, crear en su primera acepción es facultad de Dios ("producir algo de la nada") y después es establecer, fundar, introducir por vez primera algo. En nuestro curso se maneja una definición más extensa; se trata de producir algo original y útil.

Esta facultad mejora en ambientes de apertura y de conexión con los demás. Existen estudios que respaldan esa observación mía de que los mejores proyectos estaban apoyados por otros: Steven Johnson, en la introducción del libro Where Good Ideas Come From (Las buenas ideas: una historia natural de la innovación), nos cuenta que existe una relación creciente y positiva entre el tamaño de una ciudad y las "buenas ideas" que aparecen en ella, considerando las buenas ideas como: patentes, presupuestos en I+D, profesiones muy creativas, inventores, etc. Esta relación se da con una fórmula exacta. Por ejemplo, una ciudad diez veces más grande que otra no es que sea diez veces más creativa (esto sería una relación directamente proporcional), es que es 17 veces más creativa. Es una escala "superlineal".


Sin embargo, un artículo aparecido en el Newsweek, "The Creativity Crisis" (La crisis de la creatividad) nos habla de una crisis de las "buenas ideas" que comienza en los 90 y sigue hasta nuestros días. El artículo relaciona esta crisis con la formación centrada en aprobar un examen (drill-and-kill / teaching to the test). Si se da al alumno la solución a los problemas, pierde toda capacidad para imaginar o inventar soluciones alternativas. Y además, se le inculca la idea de que a cada problema solo corresponde una solución (y esta ya la dio uno muy listo en el pasado, así que no te molestes en pensar). Esta relación entre la forma de enseñar y el empobrecimiento de la creatividad también la expone Sir Ken Robinson en su ya famosa charla TED "Las escuelas matan la creatividad", y también lo apoya en otra serie de vídeos bastante interesantes de ver, como este.

Hay dos habilidades que incluye ser creativo. Una es tener un pensamiento divergente, es decir, ser capaz de generar muchas ideas únicas, y la otra es tener un pensamiento convergente, en el que combinamos estas ideas para llegar al mejor resultado. La generación de ideas se incluye dentro de un proceso que consiste en encontrar hechos, encontrar problemas, generar ideas para solucionarlos y después encontrar la solución óptima a estos problemas.

Tanto en el artículo del Newsweek como en el libro de Johnson, se viene abajo el mito de que la persona creativa está atormentada, es oscura, depresiva o neurótica. Parece ser que estas características hunden la creatividad, más que impulsarla, como sí lo hacen la motivación, la apertura y la conexión con los otros. Por ejemplo, Mark Runco, de la Universidad de Georgia, observó que no ser creativo es realmente un factor de riesgo. En particular, parece ser que hay individuos muy capaces de encontrar problemas, muchos problemas, y sin embargo no continúan el proceso a la generación de ideas para solucionarlos. Runco predijo con este estudio la ideación suicida de estas personas.

Existe un test diseñado por el profesor E. Paul Torrance, el test de Torrance, que mide la creatividad, y además predice la capacidad futura de los niños de seguir siendo creativos en sus vidas profesionales. Puedes leer más sobre este test aquí. Este test fue diseñado por este profesor en 1958. Si te apetece saber si eres muy creativo, puedes probar este Originality Assessment Engine (Motor de evaluación de la originalidad), y hacer todas las pruebas que quieras. Cuanto más intentas ser creativo, más lo consigues, y es que tenemos buenas noticias: la creatividad se puede entrenar. ¡Suerte!